Hoy, 25 de diciembre de [1658]1
Le pido muy humildemente perdón, mi muy Honorable Padre, porque después de estar nuestro remedio preparado a las 10, al cabo de media hora se me había olvidado por completo; me he consolado pensando que si su caridad me perdona y lo tiene por conveniente, mañana volveremos a empezar. Si los remedios anteriores han surtido efecto, actuando sobre los humores crasos, creo que el de mañana debería ser más intensivo y tomado desde por la mañana, para que acabara de reabsorber las serosidades; (podría ser) o bien 24 granos de cornachín2, o bien el peso de dos escudos de sen con un poco de cristal3 y de ruibarbo, añadiendo a esta infusión nuestro buen jarabe de flor de melocotonero. Me parece, mi muy Honorable Padre, que esto habría de sentarle muy bien, y nos ayudaría a recobrar pronto el honor de verle; espero de su bondad me conteste sobre esto y también que me ayude para que mi indiferencia sobre mi estado interior y todo lo que mira al servicio de Dios y a mi salvación, no me sirva de condenación, por lisonjearme y engañarme con la creencia de que Nuestro Señor quiere tolerármelo todo, hasta mi vida caprichosa en lo que se refiere a mi conducta particular, todo lo cual me hace temer no ser más que de nombre, mi muy Honorable Padre, su muy humilde hija y obedientísima servidora.
- C. 665 Rc 2 It 604 Carta autógrafa. Dorso: 1658 (H. duc.).
- Según el P. Castañares, en nota a esta carta, «remedio purgante que tomó el nombre del médico italiano Marco Cornachini, por haberlos éste ponderado en un libro suyo, aun cuando no fue su inventor».
- Igualmente el P. Castañares explica que se daba este nombre a un compuesto de salitre y azufre fundidos en un crisol.