Luisa de Marillac, Carta 0649: A mis muy queridas Hermanas las Hijas de la Caridad

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Luisa de MarillacLeave a Comment

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Autor: Luisa de Marillac .
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Siervas de los Pobres Enfermos en Ussel

Hoy, 20 de septiembre de 16581

Mis muy queridas Hermanas:

Tenemos muchos motivos para alabar a Dios por la paciencia que les ha dado y la bendición que su bondad ha derramado después sobre los designios de nuestra buena y respetada señora Duquesa2. No dudo de que querrían ustedes haber dado a Nuestro Señor los testimonios de la fidelidad que le deben, mayormente si en algo han faltado. Cuanto mayores son las dificultades que ofrece un lugar para desempeñar el servicio3, ya por falta de medios, ya por otras cosas, tanto más se ha de esperar el auxilio del Cielo, si es que se quiere trabajar por puro amor, como me complazco en creer que es su intención.

Tengo gran deseo de que regrese la señora para saber en qué estado ha dejado las cosas. No hay que pensar, queridas Hermanas, que esas buenas personas hayan puesto obstáculo alguno a la fundación, sino más bien que la prudencia quiere reflexionar maduramente sobre este asunto, como debe hacerse en cosa de tanta importancia. Se me figura que estoy compartiendo la paz y tranquilidad de ustedes y que concentran todas sus energías para no formar más que un corazón y una voluntad a fin de no hacer y no querer otra cosa que cumplir la voluntad de Dios.

No entiendo bien, querida (Sor) Eduvigis, lo que me dice de su hermana, hay que evitar que forme el proyecto de ir a verla cuando le plazca. Les ruego, queridas Hermanas, que, unas veces la una, otras la otra, me digan algo de cómo practican la caridad. Si les queda algo de tiempo para observar sus reglas, a las que tan fieles eran en la Casa, por la misericordia de Dios. Supongo que se acuerdan de la promesa que nos hizo al respecto nuestro Muy Honorable Padre en una Conferencia, cuando nos dijo que si guardamos nuestras reglas, ellas nos guardarán. Es mucho decir, porque tenemos necesidad de ser guardadas en varias cosas. Ya ven el poder que tenemos en nuestras manos. Ruego a Nuestro Señor nos conceda la gracia de saber aprovecharlo bien, y soy en su santísimo amor, queridas Hermanas, su muy humilde Hermana y servidora.

  1. C. 649 Rc 3 It 592. Letra de Sor Guérin. Carta firmada.
  2. La Duquesa de Ventadour (ver C. 306 n. 6).
  3. Ana Hardemont y Eduvigis Vigneron están desanimadas por las dificultades que encuentran en Ussel. El señor Vicente les escribe también para fortalecerlas en su vocación (SVP, Vll. 232; Síg. Vll, 208

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