Hoy 10 de julio de 16561
Mis queridas Hermanas:2
Con la esperanza de que esta carta les será entregada, se la escribo desde el fondo de mi corazón para asegurarles mi afecto incesante que me hace tomar parte en la dicha de su perseverancia al servicio de Dios en su amada vocación, a pesar de las pequeñas dificultades que el enemigo de nuestro bien pueda oponer con frecuencia. ¿Y saben por qué lo hace, queridas Hermanas? Para impedir, si posible le fuera, esa santa perseverancia, porque cifra, lamentablemente, su mayor gloria en hacer abandonar el bien tiempo ha empezado, y aunque sólo sea un día antes de nuestra muerte, intentará, si puede, hacernos cambiar en nuestras buenas resoluciones. Pongamos cuidado, mis queridas hermanas, en no darle esa ventaja; y para ello, necesitamos ser fieles en las menores cosas y abrigar un gran deseo de agradar siempre a Dios, caminando en su santa presencia. Créanme, nuestro principal cuidado ha de ser también el mortificarnos mucho, no con penitencias exteriores, sino con una sumisión que parta de una verdadera y sólida humildad, que ame el desprecio y declare la guerra a nuestros sentidos y pasiones, entregándonos con toda exactitud a la obediencia, a todas las virtudes y también a la cordialidad entre nosotras, sin preferencias, esa cordialidad que impide las murmuraciones, las parcialidades y las amistades particulares; manténganse sobre todo en el afecto y estima por su querida Hermana Sirviente, cualquiera que sea la que Dios les dé cuando le plazca tener piedad de nuestra Sor…,3 porque puedo asegurarles, queridas Hermanas, que la dirección de los demás es una pesada carga. Créanme siempre en su santísimo amor…