Hija de la Caridad Sierva de los Pobres Enfermos
Nantes
París, hoy, 10 de junio 16561
Mi querida Hermana:
Suplico a Nuestro Señor sea su recompensa eterna por la caridad que ha ejercido usted conmigo en mi enfermedad; no ha sido de su beneplácito el borrarme todavía de esta tierra, aunque haga mucho tiempo que lo merezco; hemos de esperar con sumisión la orden de su Providencia, y estar siempre en ese estado, ya sea cuando se trata de la muerte de los nuestros, ya de nuestra propia muerte lo mismo que en los demás acontecimientos enojosos, de tal suerte que su divina voluntad no tenga que reprocharnos el no haber seguido sus órdenes. Yo sé, querida Hermana, que no dejará usted de pensar que es Nuestro Señor quien ha permitido y querido llamar a uno de los más queridos miembros de su familia.2 He rogado al señor Truchart3 que tomara él mismo el cuidado de decírselo, pero entre tanto, le ruego a usted renueve la entrega que ha hecho de sí misma a Dios, con todo lo que es, lo que la obliga a usted a un desprendimiento general de todas las cosas de la tierra. Suplico a Nuestro Señor sea su fortaleza, su valentía, su consuelo, y soy, en su santísimo amor, querida Hermana, su humilde hermana y servidora.