Hija de la Caridad
27 de marzo (1652)1
Mi querida y muy amada Hermana:2
Ha sido un gran consuelo para mí recibir noticias suyas, y alabo a Dios con todo el corazón por el estado en que su Bondad ha querido ponerla. Supongo que el señor Vicente le habrá contestado, porque me dijo deseaba hacerlo. Me parece, querida Hermana, que no hace tanto tiempo como usted me señala que le he escrito; mucho temo que nuestras cartas se hayan perdido. Me alegra sobremanera que la Providencia no haya permitido que enviara usted a la Hermana a Richelieu; porque para hacerlo es necesario el parecer y la orden del señor Vicente, a fin de servir de ejemplo. Sin embargo, querida Hermana, si el médico es de opinión que debe cambiar de aires, sería conveniente que propusiera usted a los señores Padres3 tuviesen a bien, si alguna señora de Nantes dispusiera de una casa a dos o tres leguas de ahí, rogarla que la Hermana fuese a pasar quince días a dicha casa, acompañada de otra Hermana y puede que también fuera conveniente que ella misma (se quedara).
En este momento recibo su carta del 21 de este mes en la que me propone enviar a las Hermanas a Angers. Le aseguro, querida Hermana, que los aires de allí son menos favorables para ellas que los de Nantes; además no creo que los señores Padres estarían de acuerdo con tales visitas, sobre todo en estos tiempos, por razones que no puedo decirle aquí; estoy segura de que antes de tener esta carta en mis manos, usted misma habrá desistido de esa idea. Espero que nuestro buen Dios le comunica valor suficiente para hacer buen uso de todas las maledicencias; con tal de que no se le ofenda,¿qué importa? Compadezco a nuestra querida Sor Luisa,4 dígale que su madre y sus hermanas están bien de salud. Intente usted averiguar si acaso su mal no procede del disgusto de verse alejada. Todavía no he tenido el honor de ver al señor Beaulieu;5 tenga la seguridad de que tendré mucho gusto en conversar con él. Le ruego haga saber a todas nuestras Hermanas que siempre me son muy queridas y que, aun cuando no les escriba a cada una en particular, en espíritu las tengo muy presentes. Cuando me escriba usted, haga el favor de preguntar a cada una si tiene algo que decirme, y que me darían una gran satisfacción escribiéndome.
Todas nuestras Hermanas de aquí la saludan con afecto, y si fuera posible que Sor Juana Lepintre, sin dejar Nantes, estuviera al mismo tiempo en París, yo lo desearía de todo corazón. Amemos siempre mucho la voluntad de Dios; en ella soy, querida Hermana, su muy humilde hermana y afectísima servidora.
P.D. Ya no me acordaba de que había usted pedido libros. Pienso que los encontrará usted ahí de todas clases, excepto de los de nuestras oraciones.
Le ruego que envíe rápidamente la adjunta carta y me diga si ese hombre ha vuelto a Nantes para reunirse de nuevo con su mujer.
- C. 406 Rc 3 lt 210. Carta autógrafa.
- Juana Lepintre, Hermana Sirviente de la Comunidad del Hospital de Nantes.
- Los Administradores del Hospital, llamados «padres de los Pobres».
- Luisa Michel, natural de Esteville, en la región de Normandía. Tenía un hermano en la Congregación de la Misión. Llegó a Nantes en octubre de 1650 y permaneció allí hasta 1653. Regresó a París pasando por Richelieu.
- Señor Beaulieu, magistrado en Nantes. Estaba emparentado con la familia