Hijas de la Caridad siervas de los pobres enfermos Richelieu
Hoy, 9 de junio (1651)1
Mis queridas Hermanas:2
Mucho me ha consolado haber recibido noticias de ustedes, porque aun cuando Sor Carlota continúa con sus dolencias, al no dejar de llevarlas con su acostumbrada paz, no deja de tener buena salud, ya que no deja de trabajar por la gloria de Dios y servicio del prójimo. Continúen, queridas Hermanas, siendo fieles a Dios y considérense muy felices por vivir alejadas de su tierra. Ahí es, queridas Hermanas, donde Dios quiere que estén para trabajar más generosamente en adquirir la perfección que El pide de ustedes.
Creo que el señor Lamberto3 les habrá concedido antes de marchar el consuelo que tanto deseaban,4 no por toda la vida, sino sólo por un año, porque el señor Vicente no concede otra cosa a quienquiera que sea, y esto es más agradable a Dios que de otro modo, ya que teniendo al cabo del año su voluntad libre, pueden otra vez dársela a Dios enteramente de nuevo.
No sé, queridas Hermanas, si me han pedido escribir a sus familias; pueden hacerlo. Y si me han hablado de otra cosa, díganmela de nuevo porque no tengo ya su carta.
Mucho me temo que el señor Lamberto haya marchado de Richelieu sin que ustedes lo supieran; si es así,- que esta ocasión les sirva para conocer que hay que estar desprendidas de todo.
Su hermana se halla en bastante lamentable estado de pobreza, Sor Francisca; pero por la gracia de Dios, lleva su situación con paz; pida por ella y sus tres niños. Su hermano pequeño vino a esta ciudad para ver si lograba entrar en los Incurables; si podemos, le ayudaremos. Su señor padre ha regresado a Beauvais; pida a nuestro buen Dios las gracias que necesita para hacer buen uso de todas sus penas. Sus parientes hacen lo que pueden por él. Los padres de Sor Carlota están bien, gracias a Dios. A El pido con todo mi corazón que las conserve a las dos en la disposición de quererle amar mucho, y soy en el amor de Jesús Crucificado, mis queridas Hermanas, su muy humilde y afectísima hermana y servidora.
P.D. Presenten mis humildes saludos a los Señores de la Misión y encomiéndennos a sus santos sacrificios y oraciones.