Hijas de la Caridad Siervas de los Pobres Enfermos, en Richelieu
Hoy, 17 de marzo de 16511
Mis queridas Hermanas:2
Suplico a Nuestro Señor siga derramando sobre ustedes sus santas gracias y se las aumente cada vez más para que puedan perseverar en su santo amor y servicio. Nuestra buena Sor Estefanía3 ha llegado con buena salud, gracias a Dios, y parece animada de buena voluntad. Les agradezco el excelente hilo que nos han mandado con ella. Ha sabido conservar tan bien la provisión de manzanas que le habían entregado, que todas han llegado acá sanas.
Les ruego, queridas Hermanas, que ayuden a la pobre Juana Fouré4 a que renuncie al propósito de volver con nosotras, porque aun cuando perseverara en él diez años, no podríamos recibirla ni ustedes ni yo ni las que vengan después de nosotras.
Son ustedes dichosas por tener ahí al señor Lamberto.5 Administren bien para que no tengan necesidad de pedir prestado; es verdad que son los trastornos de este tiempo los que causan esto.
En cuanto a su deseo,6 es muy de alabar, porque no basta con empezar bien, hay que perseverar como creo es su propósito; no obstante, en esto hay que someterse a las disposiciones de nuestros Superiores, quienes por razones de peso ordenan se haga esta ofrenda sólo por un año y renovarla todos los años. ¿No piensan ustedes, queridas Hermanas, que será esto muy agradable a Nuestro Señor, puesto que, recobrando al cabo del año su libertad, pueden sacrificársela de nuevo? Por eso, queridas Hermanas, les aconsejo, si se encuentran en esa disposición, no diferirlo más pues es conveniente no perder nada. Supongo conservan ustedes la misma modestia y recato que tenían en París y que, aun cuando se encuentren en un lugar en el que a la gente le gusta se la reciba y quiere tener visitas, ustedes no hacen nada en contra de sus santas costumbres. Sean también muy respetuosas con los señores Eclesiásticos y recatadas y modestas con todos los hombres cualquiera que sea su condición.
El señor Carcireux vino a vernos ayer. Le disuadí de ir a verla; no sé si me hará caso. Ha traído a su hermana la que estaba casada, con un niño que tiene, y la ha puesto a servir en esta ciudad. Todo el mundo tiene su parte de sufrimientos. En cuanto al padre de Sor Carlota, no le he vuelto a ver desde que me trajo su partida de bautismo y dijo que le escribirla desde Liancourt. La partida se la envié a usted, pero la carta no ha llegado a mis manos. Estamos bastante bien, gracias a Dios, excepto nuestra buena Sor Petra7 la que estaba en Issy; está aquí con nosotras, casi siempre enferma, y también nuestra pobre Hermana ciega,8 a quien recomiendo a sus oraciones, al igual que a todas nuestras Hermanas quienes las saludan afectuosamente. También lo hago yo, que soy en el amor de Jesús Crucificado, queridas Hermanas, su muy humilde Hermana y afectísima servidora.
- C. 354 Rc 3 It 300. Carta autógrafa. Dirección, letra de Sor Hellot.
- Francisca Carcireux, de Beauvais (ver C. 251 n. 2), y Carlota Royer, de Liancourt (ver C. 251 n. 1).
- Estefanía, quizá Estefanía Massé, natural de Richelieu, que acababa de entrar en la Compañía de las Hijas de la Caridad.
- Juana Fouré (ver C. 252, n. 11).
- El señor Lamberto (ver C. 22 n. 1).
- Las Hermanas deseaban hacer votos perpetuos.
- Petra (ver C. 411 n. 3).
- Nicolasa, que había quedado ciega, murió en abril de 1652.