Hoy, 1º de julio de 16501
Señor:
Le ruego me perdone la libertad que me tomo de enviarle este paquetito para nuestras hermanas. No dejaré de recordar al señor Vicente el asunto del señor Ratier, aunque no creo pueda olvidarlo porque él mismo me ha hablado antes de él en el mismo sentido. He sabido, señor, que los señores Padres del Hospital General han conseguido otra casa para poner en ella más enfermos y que nuestras hermanas deberían asistirlos. Le ruego humildemente, señor, se tome la molestia de enterarse de lo que hay de cierto. Es muy de temer que recargándolas de ocupaciones, lleguen a faltar a la exactitud y limpieza necesarias en un hospital, y que quienes no sepan su escaso número las critiquen. Pero lo que es todavía más importante es que los enfermos correrían el riesgo de sufrir mucho. Suplico encarecidamente a su caridad que se sirva considerar todo esto y ordenar lo que convenga, y también que me honre siempre con su recuerdo en el Santo Altar por las necesidades de nuestra pobre Compañía y las de mi alma, para que la bondad de Dios se digne hacerle misericordia en la hora de salir de esta vida, durante la cual seré verdaderamente, en el amor de Jesús Crucificado, señor, su muy humilde y obediente.