Los Paúles de Barcelona en Honduras

Mitxel OlabuénagaHistoria de la Congregación de la Misión, Historia de la Congregación de la Misión en EspañaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Guillermo Medina · Año publicación original: 2002 · Fuente: Boletín Provincial de Barcelona 2002.

Esta colaboración del Rdo. Guillermo Medina reproduce la larga Conferencia pronunciada por este sacerdote hondureño, educado en el sacerdocio por nuestros misioneros en el Seminario Interdiocesano de Tegucigalpa, con motivo de la celebración en Honduras del CENTENARIO DE LA PROVINCIA DE BARCELONA. Tuvo lugar el día 22 de abril el mismo día que aquí en la Casa Provincial festejábamos la segunda celebración del CENTENARIO. Asistieron los Misioneros, Hijas de la Caridad y miembros de la FAMILIA VICENCIANA.


Tiempo de lectura estimado:

Hacer una breve exposición del trabajo de los Padres Paúles de la Provincia de Barcelona en Honduras es una empresa de romanos, porque es resumir en pocos minutos una labor de casi un siglo y más de un centenar de varones verdaderamente apostólicos que pasaron por nuestra patria haciendo el bien, anunciando la paz, anunciando los bienes del Reino de Jesús.

Nuestra patria (Honduras) fue descubierta por el Almirante Don Cristóbal Colón en 1502, hace exactamente 500 años, durante su cuarto y último viaje. El 14 de agosto de ese año, la nave capitana ancla en la hoy Bahía de Trujillo. El Almirante no desembarca porque está enfermo. Pero los españoles sí llegan a tierra firme, toman posición de la zona descubierta en nombre de los Reyes de España, y el Padre Alejando O.F.M. celebra la primera misa en suelo firme de América.

Durante el período colonial nuestros Obispos se preocuparon de la evangelización y de la cultura. Se llegó a tener cierto número de sacerdotes seculares nativos, lo mismo que algunos religiosos. Las parroquias estaban apacentadas de modo más o menos normal. Y así llegamos a la Independencia proclamada en Guatemala, cabecera de la Capitanía General a la que pertenecía Honduras, y ahí comienza el desbarajuste. La Independencia fue proclamada el 15 de septiembre de 1821. En el año anterior había muerto nuestro último Obispo del periodo colonial, Mons. Manuel Julián Rodríguez del Barranco, español. La sede vacante duró unos 24 años, en medio de grandes vicisitudes. Los sacerdotes españoles que no quisieron renunciar a su patria ni a su rey, debieron abandonar el país. Y así llegamos al siglo XX, con muy pocos sacerdotes nativos, pocos misioneros, una mayoría de las parroquias vacantes y una ignorancia religiosa en superlativo. Una de las regiones hondureñas más abandonado fue la zona de la Costa Norte de Honduras que comprendía los Departamentos civiles de Cortés, Atlántida, Colón e Islas de la Bahía. Muy posteriormente se dividió el Departamento de Colón y se creó el de Gracias a Dios.

En los comienzos del siglo XX nos encontramos con que la Costa Atlántica de Honduras o Costa Norte hay solamente dos sacerdotes permanentes. Uno, el Padre Simón Baruth, libanés de rito maronita, que funge como párroco de Trujillo y que se desplaza a sitios tan remotos como La Ceiba y La Mosquitia. Otro, el Presbítero Modesto Chacón, del clero secular hondureño, Párroco de Yojoa con residencia en Santa Cruz de Yojoa y que se llega hasta Omoa, Morazán, El Negrito, Potrerillos y Pinalejo. En el mismo período pasan por el territorio unos sacerdotes itinerantes y otros «misioneros apostólicos» algunos de los cuales dejaron mucho que desear como fruto de conducta irregular.

Ante situación tan desastrosa el Delegado Apostólico Mons. Juan Cagliero, discípulo inmediato de San Juan Bosco y miembro de su Sociedad Salesiana, veía la necesidad urgente de proveer a nuestra Costa Norte de los sacerdotes que tanto necesitaba parta atender a 100.000 fieles en un territorio de 36.000 kilómetros cuadrados. Más aún, Mons. J. Cagliero sueña con una Prefectura Apostólica de la Costa Norte cuya sede sea San Pedro Sula.

La Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl ya ha hecho acto de presencia a partir de 1.909 mediante el Padre José Nieborowski C.M. Viene para organizar el Seminario Diocesano de Tegucigalpa que será tomado bajo su dirección y con la colaboración de sus cohermanos los Padres Paúles alemanes de la Provincia de Colonia. Estos beneméritos Padres se desempeñaron en dicho Seminario desde 1909 hasta 1945 en que tuvieron que dejarlo a causa de la falta de personal y de la II Guerra Mundial. Además, teniendo ellos mismos la responsabilidad del Seminario Diocesano de San José de Costa Rica y del Vicariato Apostólico de Limón, debieron reforzar el personal de ambas instituciones. Los Padres Paúles alemanes formaron a todos los viejos sacerdotes seculares hondureños, los dos últimos que murieron fueron los Padres José Carlos Jirón y José Santos Durón entre 1966 y 2.000. También el episcopado centroamericano se vio enriquecido con Obispos Paúles de la talla de Mons. Agustín Hombach Arzobispo de Tegucigalpa (1910-1933), Mons. Bernardo Augusto Thiel y Mons. Gaspar Stork Arzobispo de San José de Costa Rica , Mons.Agustín Blessing, Mons. Carlos Wollgarten, Mons. Juan Odendahl y Mons. Alfonso Hoéfer, Vicarios Apostólicos de Limón, Costa Rica (Mons. Odendahl había sido Rector del Seminario Interdiocesano San José de Tegucigalpa). En Panamá también fue Arzobispo Mons. Francisco Beckmann.

El Padre Nieborowski vibraba al unísono con Mons. Cagliero. Por eso se encaminó a Europa y Estados Unidos. Estuvo en Roma y tanto con el Secretario de Estado Cardenal Merry Del Val como con la Sagrada Congregación de Propaganda Fide trató el asunto de la Prefectura o Vicariato Apostólico a establecerse en la Costa Norte de Honduras. La Santa Sede era favorable a que fuesen los Padres Paúles de la reciente Provincia de Barcelona los que tomaran a su cargo dicho territorio de misión. Esto hizo que el P. Nieborowski fuese a París a hablar con el Superior General C.M., pasar por Barcelona haciendo contacto con el Padre Provincial y luego encaminarse a Estados Unidos, a Filadelfia, a encontrarse con el Padre Antonio Casulleras que era el considerado más idóneo para explorar el terreno, establecer contactos con el Delegado Apostólico, con el Obispo de Honduras Mons. José María Martínez y Cabañas, hondureño del clero secular, entrevistarse con las autoridades y visitar los territorios que constituirían la nueva Prefectura o Vicariato.

El Padre Casulleras cumplió a cabalidad con su cometido. Se sabe que dio una Santa Misión en San Juancito (mineral próximo a Tegucigalpa) en 1910. Y en este mismo año, el 15 de diciembre, Mons. Martínez lo nombró Cura Párroco de Trujillo. El Obispo era partidario de la venida de los misioneros españoles, por los que manifestaba estima, pero no estaba de acuerdo en la división de la Diócesis ni el establecimiento de una Prefectura o Vicariato. El P. Casulleras se las ha sólo en Trujillo hasta que en 1912 le vienen refuerzos de España: Padres Jaime Gelabert y Manuel Nadal y el Hermano Coadjutor Damián Garcías. Los recién llegados vienen llenos de espíritu apostólico y de inmediato prestan su ayuda al P. Casulleras visitando los distintos lugares de la Parroquia. Sin embargo en agosto de 1912 el P. Gelabert debe salir a lomo de mula y en compañía del Hermano Damián, a Tegucigalpa llamado por el Delegado Apostólico. Así en ocho días, con jornadas de mula de ocho a diez horas diarias, se llega a la Capital de la República, conferencia con el mismo Delegado y con el Obispo. Resultado: es nombrado Cura Párroco de San Pedro Sula con facultades especiales hasta para confirmar.

El 21 de Septiembre de 1912 el P. Gelabert toma posesión de su parroquia. El templo no tiene ni siquiera enladrillado su piso. Será el nuevo Párroco quien deberá remozarlo todo y ponerlo en condiciones decentes. El P. Gelabert tenía dotes muy apreciables y las puso a disposición de su feligresía que llegó a quererlo mucho. Mientras tanto el P. Casulleras había pasado a la Ceiba y en Trujillo quedó el P. Nadal. Así ya eren tres sitios que cubrían los recién llegados misioneros paúles, los cuales se veían aumentados con la presencia del Padre Antonio Gisbert que fue destinado también a San Pedro Sula. En 1914 llegó al país el P. Antonio Soler que después pasó al Perú. En 1915 el P. Gelabert fue nombrado Vicario General de la Misión, independiente del Sr. Obispo, por la Sagrada Congregación Consistorial. Estos ya eran pasos muy en firme para el establecimiento del futuro Vicariato Apostólico. Estos pasos eran mal vistos por el Sr. Obispo que continuaba opuesto a la creación de dicho Vicariato, aunque expresase que que el Delegado Apostólico podía hacer lo que le viniese en gana.

En Septiembre de 1915 llegó a Honduras Mons. Antonio del Carmen Monestel, costarricense, como Obispo Coadjutor con derecho a sucesión de Mons. Martínez. El 2 de Febrero de 1916 el Santo Padre Benedicto XV por la Bula «Quae Rei Sacrae» dividió la antigua Diócesis de Comayagua cuyo Obispo residencial Mons. José María Martínez y Cabañas fue elevado a Arzobispo de Tegucigalpa y, juntamente con la Archidiócesis Tegucigalpense se creaban la Diócesis de Santa Rosa de Copán con su Obispo, el también costarricense Mons. Claudio María Volio y Jiménez, y el Vicariato Apostólico de San Pedro Sula, sin Obispo, pero quedando al frente de él el P. Gelabert, C.M. El Obispo Monestel fue el ejecutor de la Bula que la publicó en la catedral Metropolitana el 12 de mayo de 1916.

El enorme disgusto que causaba a Mons. Martínez la división de su Diócesis, a pesar de que se elevaba al rango de Arzobispo Metropolitano, lo comunicó al gobierno del Dr. Francisco Bertrand y a la prensa masónica, lo cual trajo como consecuencia que el 21 de Mayo del mismo año el Presidente de la República expidió el decreto de expulsión del país a todos los que se consideraban responsables de la decisión de la Santa Sede. Así los primeros expulsados fueron el Obispo Menestel, el Obispo Volio y el P. Gelabert que salió para Belice, acogiéndose a la hospitalidad de los Padres Jesuitas norteamericanos de dicha ciudad, para dirigirse después a Estados Unidos, fijando su residencia en Nueva Orleans desde donde continuó gobernando el Vicariato Apostólico epistolarmente, y en donde murió a los 48 años de edad a consecuencias de un cáncer. El último Padre Paúl expulsado fue el P. Manuel Nadal, Párroco de Trujillo, en 1919, acusado de intervenir en política y quien dejado en la frontera nicaragüense, sin más pertenencias que las que llevaba encima, fue protegido por los Padres Capuchinos españoles que apacentaban el Vicariato Apostólico de Bluefields y luego se marchó al Vicariato Apostólico de Limón (Costa Rica) en donde pasó el tiempo de su destierro consolado por la caridad de sus cohermanos los Padres Paúles alemanes.

En 1920 pudieron regresar al Vicariato Apostólico de San Poedro Sula los misioneros que habían sido desterrados. El P. Agustín Mor se queda en San Pedro Sula, el P. Antonio Sler y el P. Manuel Nadal pasarán a Trujillo, el P. Bartolomé Gual será superior provisional en San Pedro Sula. El Padre Rafael Perelló tomará la Parroquia de Puerto Cortés y el Hno. Damián Garcías, óptimo ebanista, se quedará en San Pedro Sula construyendo muebles para todas las iglesias y casas de la Costa Norte.

En mimo año 1920, el nuevo Visitador P. Eugenio Comellas visita el Vicariato. Celebra la Navidad en San Pedro Sula. El 3 de enero de 1921 llega, procedente de Filadelfia, el P. Juan Sastre y el 21 se tiene una reunión en Trujillo con miras a la organización del Vicariato. El Juan Sastre queda como regente del Vicariato y Vicevisitador de las casas de Honduras y de Estados Unidos. Los Padres Sastre y Gual, con el Hno. Damián pasan a San Pedro Sula. El P. Mor es Párroco de La Ceiba y el P. Perelló lo es de Puerto Cortés.

El 15 de abril de 1924 el Padre Juan Sastre es nombrado por el Papa Pío XI Obispo Titular de Germaciana y Vicario Apostólico de San Pedro Sula. Lo consagran el 10 de agosto de 924 en san Pedro Sula Mons. Agustín Hombach arzobispo de Tegucigalpa, Mons. Agustín Blessing Vicario Apostólico de Limón (Costa Rica) y Mons. Luis Durou Arzobispo de Guatemala. Todos estos Obipos eran paúles. Mons Sastre imprimió un gran dinamismo a la misión en su Vicariato. En su tiempo llegó un buen grupo de misioneros muy queridos y recordados: PP. Mariano Pérez, Antonio Figarola, Cayetano Figuerola, Francisco Amengual, Roque Bosch, Francisco Pons (primer misionero que murió en el Vicariato), José Martorell, Luis Bosch, Andrés Calderó, Rafael Viñals, Pedro Montañola, José Almenara, Jaime Ramis, Nadal Diumenge, Antonio Capdevila, Juan Clot, Antonio Carré, Nicolás Mas, Amador Bauzá, José Balletbó, Sebastián Anglés, José Ramis, José García Villas, Jaime Nadal, Francisco Barriach, y el Hno. Jorge Pont. La zona primitiva de La Mosquitia fue objeto de la preocupación pastoral de Mons. Juan Sastre que en 1939 estableció la residencia misional de Barra del Patuca.

El 23 de marzo de 1949 murió Mons. Sastre cuando se aprestaba a celebrar las Bodas de Plata Sacerdotales. Como realizaciones culturales dejó el Colegio San Vicente de Paúl (primaria y secundaria) fundado en 1925, el Instituto de María Auxiliadora de las Hermanas Salesianas fundado en 1938 y, para aliviar las dolencias del Cristo que sufre, trajo a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl que atendieron primero el Hospital del Norte y luego se proyectaron con las fundación del Hogar San José y la asistencia al Asilo de Ancianos «El Perpetuo Socorro».

Para celebrar dignamente sus Bodas de Plata Episcopales, Mons. Sastre preparó una Santa Misión que ya no pudo ver realizada porque el Señor lo trasladó a la Misión del Cielo, La misión siempre se llevó a cabo dando aquel fruto que siempre han dado en nuestra Patria las misiones Populares. Otro proyecto firme fue la construcción de la nueva Catedral Sampedrana. Mons. Sastre murió, pero quedaron los planos y preparativos para iniciar tan magna obra, cuya primera piedra fue colocada el 7 de agosto de 1949 como uno de los actos en honor del difunto Obispo.

Muerto Mons. Juan Sastre gobierna el Vicariato Apostólico el P. Jaime Ramis en calidad de pro-Vicario, más su gobierno fue efímero. En 1951 llegó el P. Antonio Capdevila y recorre el Vicariato animando y confirmando. En 1953 fue nombrado Obispo Titular de Zoara y Vicario Apostólico de San Pedro Sula. Fue consagrado en la vieja catedral Sampedrana el 19 de julio de ese mismo año, por aquel entonces fiesta de San Vicente de Paúl, pero que entonces cayó en domingo, uno de los domingos después de Pentecostés, como decíamos en aquel tiempo. Actuó de Consagrante Mons. José de la Cruz Turcios y Barahona, S.D.B Arzobispo de Tegucigalpa y fueron Co-consagrantes Mons. Juan Odendahl C.M. Vicario Apostólico de Limón, y Mons. Carlos Luis Geromini, Obispo de Santa Rosa de Copán. La ceremonia fue lucidísima, óptimamente preparada, y la primera consagración episcopal que yo pude contemplar y que me dejó recuerdos imborrables. Mons. Antonio Capdevila fue nuestro Obispo durante 9 años. Murió el 12 de agosto de 1962.

El Padre José Barceló resume la obra de Mons. Antonio Capdevila así: -«Erección de varias parroquias en el departamento de Cortés; – Aumentó el personal sacerdotal, capillas y puestos misionales en La Mosquitia; – Positiva obra por la juventud en el Colegio San Vicente de Paúl para señoritas.- El gran gimnasio San Vicente de Paúl; – La obra de los Caballeros de Suyapa que él fundó y dirigía personalmente; – El magno Congreso Eucarístico diocesano, por el que se desveló durante los meses de agosto y septiembre de 1961.

Fallecido Mons. Antonio Capdevila gobernó el Vicariato Apostólico el P. José García Villas, C.M., a la sazón Cura Párroco de La Ceiba. Yo sabía que él sería el Pro-Vicario Apostólico porque Mons.Capdevila, agonizante, en la misma madrugada del día de su muerte me dijo: «De ahora en adelante te entenderás con el P. García que también te quiere mucho». Como Pr-Vicario y con facultades del Derecho, me confirió la tonsura y las primeras órdenes menores. El 27 de julio de 1963 estalló como una bomba que el 6 de julio del mismo año el Papa Juan Pablo VI había elevado nuestro Vicariato Apostólico al grado de Diócesis dependiente de Propaganda Fide y había nombrado como primer Obispo al P. José García Villas.

Mons. José García Villas sería consagrado obispo por el mismo Papa en Roma el 20 de octubre, que en ese aó era domingo mundial de las misiones. Monseñor fue consagrado juntamente con otros 13 obispos, unos misioneros, otros nuncios apostólicos. Regresó a la diócesis el 12 de enero de 1964, y el 14, muy temprano, me confirió las últimas órdenes menores. El 20 de diciembre el subdiaconado y el 27 de junio de 1965 el diaconado.

Durante estos años los Padres son muy celosos en sus reuniones de los lunes en que tratan asuntos de la Congregación, de la vida de las parroquias y siempre atienden a su formación personal. Además algunos Padres van al extranjero a recibir cursos. Los Padres Pedro Gómez, Daniel Vendrell, Buenaventura Sola, Antonio Quetglas, y Amador Bauzá van al Instituto de Pastoral de Medellín y el P. Pedro Torrens a Manizales.

Mons. José Villas fue una estrella fugaz. Su episcopado nos duró un año, seis meses y veintisiete días (desde el 12 de enero de 1964 en que tomó posesión hasta el 9 de agosto de 1965 en que murió a consecuencias de un accidente automovilístico Los consultores diocesanos nombraron Vicario Capitular al Padre Jaime Brufau Maciá que entonces fungía como Cura Párroco de la Catedral Sampedrana.

El 25 de marzo de 1966 se supo del nombramiento de Mons. Jaime Brufau como segundo obispo de San Pedro Sula. Había sido nombrado el 15 del mismo mes. Consagrado el 29 de junio por Mons. Héctor E. Santos, arzobispo de Tegucigalpa, Mons. Humberto Lara Mejía, Auxiliar de Cobán y Mons. José Eduardo Álvarez, C.M. Auxiliar de San Salvador.

El episcopado de Mons. Brufau fue el más largo de nuestra historia sampedrana. No hubo ningún campo de la Pastoral en que no incursionara nuestro obispo. Se preocupó especialmente por las vocaciones nativas. Su sucesor comenzó su episcopado con algunas ordenaciones sacerdotes que rompieron récord en la Diócesis, pero él estaba cosechando los frutos de las semillas sembradas por Mons. Brufau. Visitó continuamente su Diócesis. La volvió muy heterogénica admitiendo sacerdotes, religiosos y religiosas de distintas congregaciones. Mantuvo la vida de las asociaciones y movimientos existentes y dio vida a los nuevos movimientos. Mientras ninguno de sus antecesores había ordenado ningún sacerdote secular para servicio de la diócesis, Mons. Brufau ordenó a varios. También ordenó al primer misionero paúl hondureño, P. Ricardo Martínez Cruz, sampedrano para más señas.

Durante el episcopado de Mons. Brufau la Provincia de Barcelona cesa en su responsabilidad, a nivel diocesano, en lo que respecta a lo distintos campos de la pastoral y hace un contrato especial con el Sr. Obispo. El Obispo será el responsable, pero los Padres Paúles no abandonarán las obras que tienen entre manos. El P. Provincial José Mulet escribirá. «Con sólo la obra apostólica de Honduras, tiene razón de ser y existir la Provincia C.M. de Barcelona». En 1971 el P. Amador Bauzá es el nuevo Viceprovincial. En su tiempo se vende la casa cural que estaba donde hoy se ubica el Banco Central. El fruto de la venta se empleó en ayudar las obras de construcción de la Catedral y de la nueva Residencia de los Padres Paúles en la actual Parroquia de San Vicente de Paúl. El pueblo no vio con buenos ojos esta venta, pero hoy ya casi nadie se acuerda de lo que pasó.

Desde 1969 en que se organizó la pastoral de conjunto se tuvieron anualmente las asambleas diocesanas de pastoral con la presencia de todos los sacerdotes y feligreses comprometidos en sus respectivas parroquias. Monseñor Brufau asistió a todas ellas mientras disfrutó de salud. Después, presidió algunas a través de su Vicario General, el P. Antonio Quetglas.

Se dice que la salud del obispo comenzó a deteriorarse notablemente desde su participación como mediador en la toma de la Cámara de Comercio de San Pedro Sula por parte del grupo guerrillero «Los Cinchoneros». Salió airoso de esa mediación y se ganó el cariño y el respeto de las clases económicamente fuertes de San Pedro Sula. Claro que tuvo que hacer esfuerzos sobre-humanos porque él era naturalmente muy tímido.

Mons. Brufau fue el Obispo del Concilio Vaticano II. Él tuvo que echarla a andar en su Diócesis. Fue diligentísimo en conservar los archivos, en arreglar escrituras de las propiedades de la Diócesis, en velar por el clero autóctono. Aún después de su muerte los sacerdotes seculares seguimos recibiendo una pensión, fruto de un dinero que dejó Mons. Brufau en un banco para tal efecto. Fue factor de unidad entre los diversos miembros de su cleto heterogéneo. Así como para Mons. Capdevila su canto de cisne había sido el Congreso Eucarístico, para Mons. Brufau fue la Santa Misión (1990-1991). Fue nuestro Obispo durante 27 años y dos meses y 16 días (del 19 de junio, 1966 al 15 de septiembre de 1993).

Especial mención merece el 27 de septiembre de 1987. En esa mañana Mons. Brufau hizo la solemne dedicación de la Santa Iglesia Catedral Sampedrana, que se había comenzado el 7 de agosto de 1949. Emociones semejantes se vivieron el 29 de junio de 1991 con ocasión de las Bodas de Plata episcopales de Mons. Brufau. Aunque enfermito confirió la ordenación sacerdotal al P. Carlos Pineda del clero secular diocesano dentro de la Pontifical de su jubileo. Lloró muy emocionado ante las muestras de cariño de su pueblo. Su homilía fue interrumpida con frecuencia .

Nuevamente hubo emoción y lágrimas el 26 de septiembre de 1993 cuando Mons. Brufau fue sustituido por Mons. Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga como Administrador Apostólico de San Pedro Sula. La misa de esa fecha fue sencillamente enternecedora. Mons. Rodríguez que había sido nombrado pocos días antes y el 15 de septiembre se publicó su nombramiento, en esta misa tomó posesión y publicó los primeros nombramientos: Vicario General el P. Antonio Quetglas Y Vicario de Pastoral el P. Luis Solé, ambos C.M.

El pueblo sampedrano, como siempre, estuvo a la altura de las circunstancias. Pensamos que esta fuese la última vez que veríamos a Mons. Brufau en Honduras, pero volvió como co­consagrante de su sucesor Mons. Ángel Garachana Pérez, C.M.F, tercer Obispo Residencial de San Pedro Sula, el 5 de febrero de 1995. Año y medio después, el 17 de agosto de 1996, murió en Lérida, España. El 25 del mismo mes fue sepultado en la Cripta de la Catedral Sampedrana, a pesar de que él muchas veces manifestó que no quería ser sepultado allí.

Si he hablado de los obispos es porque ellos han sido los primeros misioneros del Vicariato Apostólico y de la Diócesis. Ya sabemos que los obispos sacan la cara con el trabajo de los presbíteros y sus colaboradores. Por nuestro Vicariato y Diócesis han pasado más de un centenar de beneméritos Padres PaúleS que dejaron entre nosotros lo mejor de sus vidas y que incursionaron en todos los campos: Fundaron escuelas y colegios, a pie, a caballo, en jepp, en cayuco y hasta en avión recorrieron toda la geografia de nuestra Diócesis evangelizando la paz, evangelizando el bien; apacentaron heroicamente las parroquias creadas por los Vicarios Apostólicos y pos los Obispos diocesanos; y en cada parroquia fundaron y apoyaron distintas cofradías, asociaciones y movimientos. Conservando lo antiguo se abrieron a las sanas novedades post-conciliares. En el campo de las comunicaciones sociales publicaron la Hoja Semanal EL BUEN AMIGO que aún subsiste y es el actual decano de la prensa católica hondureña; se sostuvieron programas radiales y en La Ceiba se echó a funcionar la Radio San Isidro. Construyeron centenares de iglesias y muchas casas curales. Como San Pablo se gastaron y desgastaron por nuestras almas, rindieron su última jornada entre nosotros, algunos en circunstancias verdaderamente heroicas. Casa misionero, de este centenar que pasaron por nuestra Patria. Merece un comentario especial, y es imposible —en un breve espacio- contar todo lo que hicieron y con qué dedicación y sufrimientos. Pueden sentirse contentos con que los cristianos de la Costa Norte de Honduras los reconozcamos como nuestros padres en la fe, porque verdaderamente lo fueron.

Capítulo aparte debe ser el Seminario Interdiocesano «San José, de Tegucigalpa (1952-1961) siendo Rectores los Padres Mariano Pérez y Jaime Brufau: Época de oro del Seminario, a nivel de las facultades pontificias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *