- REGLAMENTO DE LA COMPAÑÍA DE DAMAS DEL HOSPITAL DE PARIS
Ese reglamento enviado por la Compañía del Santísimo Sacramento a partir del año citado difiere muy poco del que las Damas recibieron de san Vicente en 1660. Como advierte el P. Coste, los dos se parecen porque los dos son la reproducción de la misma regla viva. En 1656, las Damas no tenían aún una regla escrita, y es que a san Vicente le gustaba que se experimentaran las cosas antes de cristalizarlas en fórmulas. En 1660, ante los avances de la enfermedad y la premura de dotar por fin a las Damas de este Reglamento, el santo autorizó por primera vez su entrada en la casa. Desde la iglesia de san Lázaro, las damas subieron a su habitación, acompañadas por algunos misioneros, y al terminar la sesión bajaron por el mismo camino dirigidas por los mismos guías. Tenían ya las Damas el Reglamento redactado por san Vicente de acuerdo con ellas mismas.
Aun cuando en el Reglamento viene presentado todo seguido, sin títulos ni subtítulos, tan solo con una numeración que introduce cada apartado, podemos distinguir los distintos elementos usuales en este tipo de escritos:
- Fin de la Compañía: Honrar a nuestro Señor, a su Madre y a las mujeres que lo siguieron, asistiendo a los pobres enfermos del Hospital de París, a los niños expósitos de Paris, a los forzados a galeras y ocupándose en otras obras de caridad.
- Miembros: cierto número de señoras viudas, casadas y solteras.
- Organización: Una superiora y dos asistentas elegidas entre las viudas y solteras cada tres años. Llevan la dirección de la Compañía junto con un sacerdote de la Misión. Para su elección se presenta a dos damas para cada oficio elegidas en una pequeña reunión anterior, y la Asamblea opta por una de ellas.
- Funciones de las elegidas:
La superiora cuida de la observancia del Reglamento; se preocupa de las damas enfermas y las visita personalmente; avisa de la comunión en las cuatro Témporas y de las reuniones extraordinarias; cuida la convocatoria de la asamblea de las catorce; anima a todo el cuerpo de la Compañía.
La primera asistenta o tesorera es consejera de la superiora y la representa en sus ausencias; recibe y guarda el dinero para las colaciones del Hótel-Dieu y las limosnas para otras necesidades, excepto los niños expósitos; rinde cuentas a la Compañía anualmente.
La segunda asistenta o tesorera es consejera de la superiora y representa a las dos anteriores en sus ausencias; lleva ingresos y gastos de los niños expósitos, da cuentas a la Compañía anualmente.
- Objetivos: la asistencia corporal y espiritual de los pobres enfermos del Hospital; instruirles en las cosas necesarias para la
salvación; prepararles y animarles para la confesión general; disponerles para bien morir o, si sanan, para vivir cristianamente.
- Medios:
Distribución por turnos para el servicio: el turno de las catorce se renueva cada tres meses; las que distribuyen la colación lo hacen entre las dos y las cuatro (invierno) o las cinco (verano) de la tarde, y van «de cuatro en cuatro».
Comienzo y fin del servicio en la capilla del Hospital para ofrecer y agradecer su acción.
Contribución a los gastos mediante ofrendas propias y donativos que puedan recabar.
Reunión una vez a la semana en la casa de la superiora.
Diálogo sobre los temas de interés y toma de decisiones por mayoría de votos. No han de interrumpirse unas a otras al hablar y han de exponer todo con libertad y amor.
Esforzarse por adquirir la perfección cristiana, haciendo al menos media hora de oración mental cada día, misa diaria, lectura de un libro espiritual, examen general cada noche y confesión y comunión al menos una vez al mes.
Comulgar juntas los sábados de las cuatro témporas con la intención de que Dios conceda buenos sacerdotes a su Iglesia y nuevas bendiciones a la Compañía.
Discreción en las cosas de la Compañía y colaboración con las Hijas de la Caridad en la atención a los enfermos del Hotel-Dieu.
- Nuevos miembros: Las damas preparan a algunas de sus parientes o a otra persona con cualidades para que les sucedan. Una vez aceptadas éstas por las oficialas, las presentan en reunión ordinaria.
Como se ve, es todo un programa de vida cristiana. No se trata tan sólo de servir a los pobres, sino de que ese servicio sea expresión de una vida de fe y testimonio del amor de Jesucristo. De ahí la importancia que se da en el Reglamento al cultivo de la espiritualidad de las Damas. Estamos ante todo un proyecto de vida que tiende a promover en ellas una «vida devota», por emplear el término de san Francisco de Sales: vida de piedad y de caridad.
CEME
Santiago Azcárate Gorri