- LA MISERICORDIA COMO PRAXIS EN LA CONGREGACIÓN DE LA MISIÓN:
Hemos visto solo dos ejemplos pero son suficientes para comprender que, en san Vicente, la misericordia era una conmoción interior de tales dimensiones que lo llevaba inmediatamente a la acción. Ahora nos preguntamos si la Congregación de la Misión de la época tenía este mismo sentido de la misericordia.
2.1. La misericordia en los orígenes de la Pequeña Compañía:
La Congregación de la Misión fue fundada el 17 de abril de 1625, sea que se atienda al contrato firmado entre Vicente de Paúl y los Gondi, o sea que se considere lo que dicen las Constituciones de la C. M. en la introducción de las páginas 21—31, cuando dicen: «En efecto, los primeros compañeros que en torno a sí había reunido por contrato acordado el 17 de abril de 1625, para atender con ellos a la evangelización de los campesinos…»
Sin embargo, hay que considerar lo que dice Abelly cuando presenta a san Vicente señalando el día 25 de enero de 1617 como el día de la Fundación de la Congregación con razones convincentes:
«Esta misión del lugar de Folleville fue la primera que dio el Sr. Vicente, y siempre ha sido considerada como la semilla de las que se llevaron a cabo hasta su muerte. Todos los años ese mismo día 25 de enero daba gracias a Dios efusivamente, y recomendaba a los suyos que hicieran lo mismo, como muestra de agradecimiento por las consecuencias llenas de bendiciones, que plugo a Dios conceder en su infinita bondad a la primera predicación. Por ello había querido que el de la Conversión de san Pablo fuera el de la concepción de la Congregación de la Misión, aunque todavía, ni ocho años más tarde, hubiera pensado en absoluto que el granito de mostaza iba a crecer y multiplicarse tanto y menos aún que iba a servir de fundamento a una Compañía en la Iglesia, como sucedió más tarde. Esa es razón por la que los misioneros de su Congregación celebran, con mucha devoción, el día de la Conversión del Santo Apóstol, en memoria de que este nuevo Pablo, Padre Fundador de ellos, comenzó con toda felicidad ese día su primera misión, seguida de tantas otras que han logrado la conversión de un número tan grande de almas, y contribuido tan ventajosamente al crecimiento del Reino de Jesucristo».
A la hora de examinar el Sermón de Folleville en relación con la misericordia, debemos recordar que un corazón conmovido debe moverse hacia la misericordia como praxis. Y en los antecedentes del Sermón de Folleville nos encontramos una verdadera conmoción que movió a san Vicente a hablar e hizo posible, con el andar del tiempo, la Congregación de la Misión. Ya sabemos que lo que motivó la conmoción de la Señora de Gondi comenzó por la confesión general del campesino de Gannes.
Gannes es un pueblo situado a una jornada de camino de Folleville (16 Kms) En el interior de su Iglesia hay una placa que nos interesa para el hecho que estamos comentando, que dice que la confesión del campesino tuvo lugar en la segunda mitad del mes diciembre de 1616. Lo que hace suponer que la Señora de Gondi estaba visitando Gannes, caminando hacia Folleville donde tenía su Castillo. No hay que pensar que el camino de 16 Kms., se hacía en un día: la Señora de Gondi visitaba sus tierras como patrona y eso retardaba el viaje, sobre todo teniendo en cuenta que hay varios pueblos entre Gannes y– Folleville. En Gannes, la Señora de Gondi se conmovió por la manifestación del campesino que aseguró que se hubiera condenado si no se hubiera confesado con Vicente de Paúl. Seguro que fue pensando en este suceso durante todos los días que duraron sus visitas a los pueblos.
Lo primero y principal es la conmoción. La Señora de Gondi está pensando en su responsabilidad de patrona, y en que tiene que dar cuenta a Dios de la vida corporal y espiritual de sus vasallos. Y exclama desde lo hondo del corazón:
«¡Ah, señor! ¿Qué es esto? ¿Qué es lo que acabamos de oír? Eso mismo les pasa a la mayor parte de esta pobre gente. Si este hombre, que pasaba por un hombre de bien estaba en estado de condenación, ¿qué no ocurrirá con los demás que viven tan mal? ¡Ay Si: Vicente! ¡Cuántas almas se pierden! ¿Cómo podríamos remediar esto?».
La Señora de Gondi se llamaba de soltera Francoise Marguerite de Silly Lannoy; era hija de Antoine de Silly, gobernador de Angers, y de María de Lannoy, dama de Folleville. Los Lannoy eran una familia larga y poderosa, situados a ambos lados de la frontera entre Francia y Flandes. Margarita de Gondi había heredado de su Madre las tierras de Folleville y de su Padre las tierras de Montmirail. Eran tiempos en los que la Reforma Protestante dividía las familias, y, en el caso de ser noble, el Rey podía quitarles las tierras a los que abjuraban del catolicismo. Francoise Marguerite fue educada cuidadosamente por los jesuitas de Amiens, y era especialmente cuidadosa en la confesión. Cuando le dice a Vicente que hable en Folleville, lo hace movida por esa conmoción, que remueve también al mismo Vicente:
«Era el mes de enero de 1617 cuando sucedió esto. Y el día de la Conversión de san Pablo, que es el 25, esta Señora me pidió dijo el Sr. Vicente que tuviera un sermón en la iglesia de Folleville para exhortar a sus habitantes a la confesión general, y luego les enseñé la manera de hacerlo debidamente. Y Dios tuvo tanto aprecio de la confianza y de la buena te de aquella Señora (pues el gran número y la enormidad de mis pecados hubieran impedido el fruto de aquella acción) que bendijo mis palabras y todas aquellas gentes se vieron tan tocadas de Dios que acudieron a hacer su confesión general».
Por lo que no cabe duda que nuestros orígenes como Compañía comienzan en una conmoción misericordiosa. En este sentido, el P. Román se pregunta, «¿Quién tuvo la primera idea de convertir la labor personal de Vicente en cometido de una nueva comunidad? Vicente dijo y repitió con machaconería que la señora de Gondi. Al día siguiente de la confesión del campesino de Gannes, ella fue quien impulsó a Vicente a predicar en Folleville el primer sermón de misión. Ella fue quien, en vista de las aterradoras necesidades puestas al descubierto por aquella primera predicación y de su propia experiencia juvenil con el confesor que no sabía la fórmula de la absolución, decidió extender a sus dominios y a los de su marido los beneficios de las misiones…»
Juan Julián Díaz Catalán, C. M.
CEME 2015