Los Señores de Gondi… «creyeron sería de gran provecho para la salvación de las almas y una obra agradable a Dios instituir una piadosa Congregación de varones rectos e idóneos que se encargasen de la instrucción de los campesinos… Una vez tomada esta santa resolución, el Padre Vicente, a quien le había también inspirado Dios, autor de todos los bienes, esta misma idea, emprendió con unos pocos esta obra tan útil a la cristiandad, dando principio a la Congregación». (URBANO VIII. Bula «Salvatoris Nostri», X 306).
La comprensión de la dimensión teológica de la Congregación de la Misión es el punto de partida para comprender y valorar los demás aspectos. La Congregación de la Misión es, ante todo, un don de Dios a la Iglesia.
1. «Dios es el que ha hecho todo esto».
San Vicente estaba plenamente convencido de que Dios era el autor de la Compañía:
«Nunca pensé en ello. Dios lo ha hecho todo. Los hombres no hemos tenido parte alguna. Por lo que a mí se refiere, cuando pienso en la forma con que Dios quiso dar origen a la Compañía en la Iglesia, os confieso que no sé qué parte he tenido en ello; me parece que es un sueño todo lo que veo. ¡Todo esto no es humano sino de Dios./ ¿Llamaréis humano a lo que el entendimiento del hombre no ha previsto nunca, a lo que la voluntad no ha deseado ni buscado en lo más mínimo?… Todo se hizo en contra de mis esperanzas y sin que yo me preocupase de nada. Cuando pienso en todo esto y veo las tareas que ha emprendido la Compañía, realmente me parece un sueño, me parece que estoy soñando. No os lo sabría decir. Me pasa como al profeta Habacuc, al que tomó un ángel por los pelos y se lo llevó muy lejos para que consolara a Daniel, que estaba en el foso de los leones. Luego, el ángel volvió a traerlo de nuevo al mismo sitio y él pensaba que todo había sido un sueño». (XI 326).
2. «Tenemos que hacer que valgan todo lo posible los pocos talentos que ha puesto en nuestras manos.
Hoy la Congregación de la Misión está a disposición de sus miembros. Si es un don de Dios, la fidelidad al don exige que todos estén atentos a los designios de Dios sobre ella y pongan a su disposición los talentos que poseen. En este sentido escribió San Vicente a uno de sus misioneros:
«Dios no se gobierna en sus obras según nuestras ideas y deseos. Tenemos que hacer que valgan todo lo posible los pocos talentos que ha puesto en nuestras manos. Si somos fieles en lo poco, nos pondrá sobre lo mucho… Dejémosle obrar y encerrémonos en nuestra pequeñez. La Compañía empezó sin que ni siquiera nosotros pensáramos en ella, se multiplicó únicamente Por la bendición de Dios… Dios verá con agrado nuestro abandono y quedaremos en paz. El espíritu del mundo es revoltoso y le gusta hacerlo todo. Dejémosle. No nos empeñemos en seguir nuestros caminos, sino los caminos que Dios quiera señalarnos… Ofrezcámonos a él para hacerlo todo y sufrirlo por su gloria y para edificación de su Iglesia». (VII 438).
3. Confiemos en la Providencia.
Dios, autor de la Compañía, tiene una providencia especial sobre ella. San Vicente exhortó a sus misioneros a tener gran confianza en la Providencia sobre el presente y futuro de la Congregación:
«Tengamos confianza en Dios, Padres y Hermanos míos, de forma total y perfecta y estemos seguros de que, si empezó su obra en nosotros, la llevará a feliz término (Flp 1,6). Pues, ¿quién es el que ha fundado la Compañía?… Ha sido Dios, su providencia paternal y su pura bondad… Por consiguiente, Dios es el que ha hecho todo esto, y por medio de las personas que ba juzgado convenientes, para que toda la gloria sea suya. Pongamos, pues, nuestra confianza en él, pues si la ponemos en los hombres, o si nos apoyamos en alguna ventaja de la naturaleza o de la forma, entonces, Dios se apartará de nosotros. Pero dirá alguien: hay que buscar amigos para uno mismo y para la Compañía. Hermanos míos, guardémonos mucho de prestar oídos a este -pensamiento, pues estaríamos equivocados. Busquemos solamente a Dios y él nos dará amigos y todo lo demás, de forma que no nos faltará nada (Sal 13,11). ¿Queréis saber por qué hemos fracasado en algunas tareas? Porque nos apoyamos en nosotros mismos».
(XI 731).
¿Qué criterios son los que prevalecen en mí cuando juzgo o valoro lo que acontece en la Congregación?
¿Qué criterios asumo cuando me corresponde tomar alguna decisión?
¿Considero válida para hoy la doctrina de San Vicente de no buscar apoyos humanos y temporales?
ORACION:
«Señor Dios nuestro, principio y corona de la vocación humana que, en su conversión elegiste al bienaventurado apóstol Pablo para llevar tu nombre al mundo y, por el celo del bienaventurado Vicente, suscitaste en este día con providencial designio una familia espiritual para la evangelización de los pobres; concédenos seguir fielmente el camino de tu llamada e, imitando la acción laboriosa del Apóstol de las Gentes, anunciar con valentía el evangelio de la verdad y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo».
(Propio de la C.M., 25 de enero).