Imitadores de la Trinidad

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Flores-Orcajo · Año publicación original: 1983 · Fuente: CEME.
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«Que sean todos uno, como tú, Padre, estás conmigo y yo ­contigo; que también ellos ­estén con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste». (Jn 17,21).

«Como la Iglesia y en la Iglesia, la Congregación descubre en la Trinidad el principio supremo de su acción y de su vida». (C 20).

Uno de los principios espirituales clave para crear y reanimar diariamente la comunidad lo encontramos en la imitación de la Trinidad, misterio de amor y de vida. Desde su nacimiento, la Congregación, participan­te del misterio de la Iglesia, se propuso honrar el Mis­terio Trinitario, ofreciéndoselo a sí misma como mode­lo supremo de comunidad.

1. «Allí está el modelo de nuestra vida».

capilla-det-curia-claretiana-roma-parioliLa doctrina espiritual de San Vicente se cifra en la persona de Jesucristo orientado hacia la voluntad del Padre y la evangelización de los pobres. No obstante esta dirección esencial de la vida de Cristo, la adoración e imitación de la Trinidad son propuestas siempre por San Vicente para crear comunidad al estilo de Jesús con sus discípulos, que habían de ser todos uno, como él con el Padre en comunión con el Espíritu:

«Mantengamos este espíritu, si queremos tener entre nosotros la imagen de la adorable Trinidad, si queremos tener una santa unión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. ¿Qué es lo que forma esa unidad y esa intimidad con Dios sino la igualdad y la distinción de las tres Personas? ¿Y qué es lo que constituye su amor más que esa semejanza? Si el amor no existiese entre ellas, ¿habría en ellas algo amable? Por tanto, en la Santísima Trinidad se da la uniformidad: lo que el Padre quiere, lo quiere el Hijo; lo que hace el Espíritu Santo, lo hacen el Padre y el Hijo; todos obran lo mismo; no tienen más que un poder y una misma ope­ración. Allí está el origen de nuestra perfección y el modelo de nuestra vida». (XI 548-549).

2. «No puede explicarse a base de ningún módulo sociológico».

De forma parecida a como explicamos el misterio de la Iglesia, comunidad de todos los fieles, intentamos también descubrir, como ella y en ella, el principio de vida que anima a los Misioneros:

«En efecto, partiendo del día mismo de Pentecostés, existe en el mundo un Pueblo nuevo que, vivificado por el Espíritu, se reúne en Cristo para llegarse hasta el Padre. Los individuos que componen este Pueblo son convocados de entre todas las naciones y se funden entre sí en tan íntima unidad (cf. LG 9) que el resultado no puede explicarse a base de ningún módulo sociológico; y esto porque una verdadera novedad que trasciende todo orden humano le subyace inmanentemente. Ocurre que sólo en esta perspectiva transcendente pueden hallar una interpretación exacta las relaciones mutuas entre los diversos miembros de la Iglesia, ya que la presencia misma del Espíritu Santo es el elemento sobre el cual se funda la originalidad de su naturaleza». (MR 1).

3. «El Espíritu hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada».

Los efectos otorgados por el Espíritu Santo a la Iglesia, salvadas las debidas distancias, son los mismos que producen en la pequeña Comunidad vicenciana:

«El Espíritu Santo es el Espíritu de la vida o la fuente del agua que salta hasta la vida eterna, por quien vivifica el Padre a todos los muertos por el pecado hasta que resuciten en Cristo sus cuerpos mortales. El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos. Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige y enriquece con todos sus frutos a la Iglesia, a la que guía hacia toda verdad y unifica en comunión y misterio. Hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consu­mada con su Esposo…». (LG 4).

  • ¿En qué medida influye en mí el Misterio de la Trinidad, como principio de acción y vida?
  • ¿Respeto y acepto las diferencias de personas como una riqueza de Dios dada a la comunidad?
  • ¿Doy gracias a Dios por ser hijo de la Iglesia y de la pequeña Comunidad vicenciana?

Oración:

«Oh Salvador, que no sólo te hiciste hombre confor­mándote por completo a su manera de obrar, sino que incluso recomendaste a los cristianos, hablando a tus dis­cípulos, que no fuesen más que uno entre ellos, lo mismo que tú no eras más que uno con vuestro Padre!… Danos, amabilísimo Jesús, esa virtud de que procuremos tener to­dos el mismo entendimiento, la misma voluntad y la misma acción». (XI 550-551).

 

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