2. El Obispo Francisco Fleix y Solans decide que los Paúles se encarguen del Seminario: una iniciativa que quedó pendiente
Para el Obispo de La Habana, la situación del ya antiguo Seminario de San Carlos y San Ambrosio presentaba una situación gravísima que se debía enfrentar y resolver en el menor tiempo posible. Eran muchos los males que el Seminario había heredado después de la exclaustración con una serie de problemas que afectaban a todo el conjunto de la Iglesia Cubana.
Era necesario dotar a la. Alta Casa de Estudios con rentas apropiadas para su subsistencia y eliminar las deudas que afectaban su normal funcionamiento. Por encima de todas las cosas, era necesario que el centro contara con un claustro de profesores bien preparados y con una dirección sabia y certera. Ambos aspectos eran indispensables para la buena marcha de los asuntos del Seminario y de gran importancia para asegurar la permanencia de los seminaristas, sobre todo, en aquella época caracterizada por la escasez de vocaciones.
Dentro de los planes de Mons. Francisco Fleix y Solans, los Padres Paúles deberían jugar un papel principal. A ellos estaría encargada la enseñanza, la administración y la dirección del Seminario San Carlos y San Ambrosio.
En 1847, pocos meses después de su toma de posesión como Obispo de La Habana, Mons. Francisco Fleix y Solans pedía a Dios la solución para el problema del Seminario de. San Carlos y San Ambrosio, y la primera medida que tomó fue reformar la Casa de Altos Estudios. Desde el primer momento avizoró que la llegada de los Paúles sería la mejor solución, y por ella estuvo aguardando durante muchos años. El Concordato de 1851; primero, y después las Reales Cédulas de restauración en 1852, en especial la del 26 de noviembre, reavivaron con fuerza sus esperanzas. Pero fueron muchos los problemas que se agolparon y las dificultades que entorpecieron primero la entrada de los Paúles a Cuba y a renglón seguido la fundación de su Comunidad, a partir del conflicto de intereses que surgió en tomo a la posesión de los antiguos Conventos expropiados a Franciscanos, Dominicos, Mercedarios y Agustinos. , Pasaban dos años y el sr. Obispo de La Habana veía tal vez muy lejana la materialización de sus deseos, cuando las convulsiones en la república mejicana y la persecución de los religiosos terminaron por impulsar el ingreso de los Paúles a tierras de Cuba, diez años después de dictada la Real Cédula de 1852.
En la práctica, tanto la Iglesia de La Merced como el Convento, estaban desatendidas por el gobierno desde 1841 y desde entonces hasta 1863 no se había hecho nada para darles mantenimiento, por lo que llevaban veintidós arios de depreciación y deterioro paulatino. Si a esto se agrega el hecho de que tanto la Iglesia como el Convento fueron obras cuya construcción se paralizó’ durante largos períodos, a nadie puede asombrar que en el, momento en= que se acometieron los trabajos de restauración previos a la residencia de los Paúles, comenzaran a surgir numerosos problemas constructivos que tuvieron, origen en las interrupciones sufridas por ambas construcciones y en el desamparo ‘en que quedaron después de la última exclaustración.
A las demoras en la reparación del Convento e Iglesia de la Merced se unían, para retrasar los planes del Obispo Fleix y Solans, nuevas y diversas cuestiones que era necesario considerar. Fleix actuaba convencido de que el local del Seminario de San Carlos y San Ambrosio no bastaba para educar el número de sacerdotes que necesitaba la diócesis. Por otra parte, mientras no concluyeran las obras en la Iglesia y el Convento de la Merced no podría aumentar el número de misioneros que integraba la Comunidad de los Paúles, al menos con la cantidad necesaria para enfrentar el problema de la formación de nuevos sacerdotes: La insuficiencia de las instalaciones del Seminario se unía a problemas de todas clases, sobre todo económicos, que dificultaban la reconstrucción de la casa de los Paúles.
Finalmente, con fecha 19 de agosto de 1863, el Obispo Fleix y Solans dictaba y firmaba un oficio dirigido al Capitán General Domingo Dulce. El documento solicitaba que el gobierno financiara la reconstrucción de los locales de la Merced y presentaba al Vice Real Patrono un proyecto donde
encontrará S. E. la indispensable obligación del gobierno a construirlo, así como a cerrar las bóvedas de la mitad del templo que será el más hermoso y espacioso de La Habana que queda por construir.
El tiempo daría la razón al Obispo Fleix, porque sin dudas la Iglesia de la Merced llegaría a ser uno de los templos más grandes y bellos de La Habana gracias al empeño de la Comunidad de los Padres Paúles y en particular de su Superior el P. Jerónimo Viladás, con la cooperación interminable del pueblo de La Habana.
En otros párrafos, Fleix y Solans aludía claramente a las dificultades que deberían enfrentar los Paúles, cuya comunidad era pequeña y pobre en comparación con el trabajo que tendrían que acometer:
Mientras no se termine el edificio (del Convento) no puede haber Noviciado, ni pueden recibir Ordenados, ni tampoco Sacerdotes, ni seglares para los ejercicios. Para mí sería grato que la Congregación (de la Misión) se haga cargo del Seminario Conciliar conocido con el nombre de S. Carlos, pero todavía los Padres (Paúles) no tienen número suficiente, ni el local del Seminario es bastante para educar el número competente de sacerdotes que necesita la Diócesis, por lo que he creído conveniente aplazar la entrega del Seminario a la expresada Congregación para cuando el edificio esté concluido, y así debe constar en la Escritura.
Propongo a S. M que la educación superior ecca. se de en la Casa Misión de los Paúles y la elemental en el Colegio de S. Carlos… porque el Seminario de S. Carlos no tiene más que 24 becas gratuitas, que son las que suelen dedicarse a la Carrera Ecca. Cuyo número nunca es suficiente para una Diócesis que necesita por lo menos 15 anualmente… (pero) se necesita un número suficiente para reponer las bajas constantes que sufre el clero en esta Isla. Se puede elevar el número de becas gratuitas que tiene el Seminario a 20 ó 25 alumnos, y así se elevará a 40 el número de los alumnos del Seminario San Carlos.
En síntesis, los Paúles no se encargarían del Seminario San Carlos hasta que se contara con el número suficiente de padres en la Comunidad, y esto no podría ocurrir sino hasta que terminara la restauración del Convento. Mientras, el Obispo quería que en la Merced, cuya reconstrucción no había terminado, los misioneros comenzaran a impartir la «educación superior eclesiástica», lo cual podía ser un medio que utilizaba Fleix para presionar al gobierno a fin de que se terminaran con rapidez las obras del Convento, ya que sin duda, habría malestar
y protestas si la mencionada educación superior tuviera lugar en un edificio en reconstrucción, con todas las molestias del caso. Al mismo tiempo, la enseñanza elemental se daría en las aulas del Seminario Conciliar y se estipularía cierto número de becas que atenderían los Paúles.
De esta forma, los sacerdotes de la Congregación de la Misión ya estarían dedicados a la enseñanza de la carrera eclesiástica, en la medida en que su número y posibilidades lo permitieran, en los locales de la Merced. Y por supuesto, la situación iría cambiando en la medida en que las obras se terminaran para hacer realidad el sueño del Obispo Fleix con todo el apoyo del Arzobispo de Santiago de Cuba, Antonio María Claret y Ciará.