Formación permanente y creatividad (primera parte)

Francisco Javier Fernández ChentoAsociación Internacional de CaridadesLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Desconocido · Año publicación original: 2010 · Fuente: AIC México: Temas de Formación basica para aspirantes.

OBJETIVO.- Tomar clara conciencia de que la formación permanente no es una opción, sino una exigencia para nuestro Servicio, es una actitud, un don de Dios que pide nuestro esfuerzo y decisión.


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PRESENTACIÓN

La formación permanente de la Voluntaria Vicentina es un compromiso de aceptar y de vivir en «un proceso jamás acabado», donde es necesario formarse, para poder responder a las necesidades de los pobres, que requieren de un apoyo adecuado y constante, para salir, por si mismos, de las situaciones que los oprimen.

El trabajo improvisado, de buenas intenciones, pero sin la formación adecuada de las Voluntarias Vicentinas, es en muchas ocasiones, desperdiciado, inútil y muy poco efectivo en la verdadera promoción del hermano que sufre injusticia social. Los tiempos en que sólo se necesitaba la «buena voluntad» han quedado atrás.

La herencia que nos dejó San Vicente implica una preocupación constante por la formación: personal y la de los demás. El mundo en que vivimos cambia rápidamente y tenemos que enfrentar situaciones nuevas que nos exigen una nueva formación: nuevas pobrezas, nuevas realidades económicas y políticas, etc. Nadie como San Vicente para estar siempre atento a la escucha de los signos de los tiempos y para adoptarse a las nuevas necesidades, y es entonces, que nosotras, como sus seguidoras, debemos estar muy atentas a las «nuevas pobrezas» y a la escucha de nuestro señor que es nuestro único maestro, como lo fue de San Vicente y Santa Luisa.

La Iglesia, también, ha visto la necesidad de una formación integral del cristiano, que debe ser «luz del mundo, sal de la tierra y levadura de la masa».

Jesucristo dedicó tiempo a la formación de sus apóstoles. Esta preocupación es cada vez más clara cuando vemos la crisis de valores en nuestra sociedad, y la incoherencia en la vida de los que nos decimos cristianos. La separación entre ala fe y la vida, es una consecuencia de la falta de formación.

La formación permanente es pues una realidad URGENTE de nuestros Centros y de nuestra Asociación. Es decisión y responsabilidad personal, de cada una de nosotras, es asumir dicha formación como un requisito indispensable para ir al otro, con todo nuestro ser y con toda nuestra capacidad. Al que servimos merece nuestro mejor esfuerzo, pues vamos al encuentro de Cristo y no podemos ir de cualquier manera o de la manera que siempre.

Algunos medios de formación son los siguientes: Libros de espiritualidad vicentina, Revistas de Caridad, Temas de Formación del Consejo Nacional, la participación en las Asambleas Nacional y Regional, en Seminarios de Capacitación, en Cursos y conferencias que se ofrecen en Parroquias, Diócesis, en las Universidades, etc. Estar atentas a lo que se ofrece en la comunidad que se relaciona con nuestro Servicio y aceptar el reto y el esfuerzo que esto implica en una manera muy concreta de estar dispuesta a «trabajar» en nuestra formación permanente.

Estar dispuesta a vivir en un proceso de formación, nos permitirá escuchar el clamor de los pobres, no solo como estadísticas frías que nos servir como herramientas, sino como rostros que sufren, que nos cuestionan, que constituyen «nuestro peso y nuestro dolor».

Poder conocer la realidad de las situaciones de pobreza, poder descubrir sus causas, las «estructuras de pecado», denunciar la existencia de mecanismos económicos y sociales que «fabrican pobres», no sólo buscar reconocer sus efectos, a además, poder tener una sensibilidad distinta respeto a los pobres, que verdaderamente nos distinga como vicentinas, es vivir una espiritualidad con el sello de Jesucristo, Evangelizador de los pobres, en actitud de humildad, sencillez y caridad.

PARA REFLEXIONAR

«Por consiguiente, debe vaciarse de si mismo para revestirse de Jesucristo, ya sabe usted las causas ordinarias producen los efectos propios de su naturaleza: los corderos engendran corderos, etc…, y el hombre engendra otro hombre; del mismo modo, si el que guía otros, el que los forma, el que les habla, está animado solamente del espíritu humanos, quienes lo vean, escuchen y quieran imitarlo se convertirán en meros hombre; cualquier cosa que diga o haga, solo les inspirará una mera apariencia de virtud, y no el fondo de la misma; les comunicará el mismo espíritu del que está animado, lo mismo ocurre con lo maestros que inspiran sus máximas y sus maneras de obrar en el espíritu de sus discípulos.

Para conseguir esto, es menester que nuestro señor imprima en usted su sello y su carácter. Pues, lo mismo que vemos como un arbolillo silvestre, en el que se ha injertado una rama buena, produce frutos de la misma naturaleza que esa rama. También nosotros, miserables criaturas, a pesar de que no somos más que carne, ramas secas y espinas, cuando nuestro Señor imprime en nosotros su carácter y nos da, por así decirlo, la savia de su espíritu y de su gracia estando unidos a El, como los sarmientos de la viña a la cepa, hacemos lo mismo que El en la tierra… realizamos obras divinas, y engendramos lo mismo que San Pablo, tan lleno de su espíritu, nuevos hijos a nuestro Señor» (IX, 235-237)

Te sugerimos, que en pequeños grupos de 4 o 5, leer despacio el texto anterior y reflexionar sobre:

Lo que San Vicente me dice ¿Qué entiendo que es formación?

¿Cómo explico la formación: en mi vida personal, en el Centro?

Compartir brevemente, por grupos, lo reflexionado.

LLUVIA DE IDEAS

¿Cómo me gustaría «vivir» la formación en mi Centro?

COMPROMISO

La formación permanente, no es tener más conocimiento, ni tomar cursos, ni leer muchos libros, así que fácil nuestra formación. Es, ya lo dijimos, un proceso, una actitud, una manera de ser, una coherencia y estilo de vida vicentino que anime y suscite en otros el deseo de vivir la vocación a la que ha sido llamada, de manera plena y radical. Testigo y profeta que vive en actitud de «conversión».

Hemos de abrir lo ojos y el corazón para conocer el mundo de los pobres y las condiciones de marginación y explotación que se da en nuestros días. Nuestro » ser y quehacer» como vicentinas es en el mundo de los pobres y es por eso que vivir en formación permanente es un compromiso que no podemos eludir si queremos vivir y reafirmar día a día, nuestro carisma vicentino.

QUE ACCIÓN, MUY CONCRETA, ACEPTO, ANTE MIS COMPAÑERAS, COMO COMPROMISO DE MI FORMACIÓN.

DE QUE MANERA, MUY CONCRETA, ME COMPROMETO A APOYAR LA FORMACIÓN DE MIS COMPAÑERAS.

ORACIÓN

¡Enséñame, Señor, a tomarme tiempo para Ti, tiempo para impregnarme de silencio y de paz, tiempo para exponer ante mis preocupaciones y las de mis hermanos, tiempo para dejarme penetrar por tu Palabra, tiempo para rezar y meditar. Como María, sentada a tus pie, enséñame, Señor, a elegir la mejor parte, la del tiempo que te ofrezco a Ti, a los demás y a mí misma.

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