Espiritualidad vicenciana: Cofradías de la Caridad

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Francisco Carballo, C.M. · Año publicación original: 1995.

SUMARIO: Origen.- Organización.- Evolución hasta la Revo­lución Francesa.- Restauración.- Expansión mundial.- Estatuto jurídico.- Estado actual.


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San Vicente de Paúl ejerció el ministerio pas­toral en el marco de la reforma tridentina de la Igle­sia de Francia (s. XVII). Esta reforma intentaba la recuperación de las instituciones eclesiásticas de la Cristiandad medieval y sólo muy parcamente animaba a la creación de otras nuevas.

Las cofradías y las órdenes terceras habían si­do los instrumentos de penetración apostólica de los Mendicantes en los siglos XIII-XV. Franciscanos y dominicos las habían establecido en sus igle­sias de villas y ciudades; desde ahí habían arrai­gado en algunas parroquias rurales. La pastoral tridentina recomendaba el establecimiento de co­fradías de la doctrina cristiana en las parroquias y favorecía la erección de otras como las del Sa­cramento, del Rosario etc.

Cofradías de la Caridad existían en diferentes lugares; las de la costa atlántica de Francia tenían como finalidad los sufragios a los difuntos y el en­tierro de pobres. Posiblemente san Vicente de Paúl conocía algunas de estas cofradías; cierta­mente él manifiesta haberse inspirado en el hos­pital de la Caridad de Roma. No conocemos ningún reglamento que pudiera haber servido de antecedente inmediato al de SVP de Châtillon. Es un tema de investigación abierto.

La primera cofradía de la Caridad fundada por SVP fue la de Châtillon-les-Dombes, 8-XII-1617. Fue el resultado de una evangelización de SVP en la parroquia de ese nombre durante unos seis meses. Merece la pena referir algunos aspectos de este reglamento: «un chef d’oevre d’organi­sation et de tendresse» (A. Dodin).

«La cofradía estará compuesta de mujeres, tanto viudas como casadas y solteras, de cono­cida piedad y virtud, en cuya perseverancia se pueda esperar con seguridad…

Eligirá a dos mujeres pobres de vida honesta y devota, que se llamarán asistentas de los po­bres enfermos, ya que será su obligación asistir a los que estén solos y no puedan moverse;… se les pagará convenientemente según su trabajo, y además serán consideradas como miembros de dicha cofradía.

La priora admitirá, para que los atienda la co­fradía, a los enfermos verdaderamente pobres, pe­ro no a aquellos que tienen medios para cuidar­se, siempre con el parecer de la tesorera y de la asistenta o de una de ellas. Cuando haya recibi­do a alguno, se lo comunicará a la que esté de servicio aquel día para que vaya a verlo en seguida; lo primero que hará será ver si necesita un ca­misón blanco para, en ese caso, llevarle uno de la cofradía, junto con sábanas blancas, si las ne­cesita y no está en el hospital, donde hay, siem­pre que carezca de medios para procurarse ropa limpia…

La que esté de día, después de haber toma­do todo lo necesario de la tesorera para poder dar­les a los pobres la comida de aquel día, prepara­rá los alimentos, se los llevará p los enfermos, les saludará cuando llegue con alegría y caridad, aco­modará la mesita sobre la cama, pondrá encima un mantel, un vaso, la cuchara y pan, hará lavar las manos al enfermo y rezará el Benedicite, echa­rá el potaje en una escudilla y pondrá la carne en un plato, acomodándolo todo en dicha mesita; lue­go invitará caritativamente al enfermo a comer…

Todos los enfermos tendrán el pan que ne­cesiten, con un cuarto de cordero o de ternera co­cida para comer, y otro tanto asado para cenar, excepto los domingos y fiestas, que se les podrá dar pollo o gallina para comer, o darles carne pi­cada a la cena dos o tres veces por semana. Los que non tengan fiebre, tendrán un cuartillo de vi-no cada día, mitad para la comida, mitad para la cena…

Y como es sumamente útil para todas las co­munidades consagradas a Dios, que se reúnan de vez en cuando en algún lugar destinado para ello a fin de tratar no solamente de su progreso es­piritual, sino también de todo lo que se refiere en general al bien de la comunidad, convendrá que dichas sirvientes de los pobres se reúnan todos los terceros domingos de cada mes en una capi­lla de la iglesia de dicha ciudad, destinada a este efecto, o en la del hospital; aquel mismo día, o al día siguiente, a la hora que se determine, se ce­lebrará una misa rezada por dicha cofradía; y des­pués de comer, a la hora que parezca más opor­tuna, se reunirán en esa misma capilla, tanto para escuchar una pequeña exhortación espiri­tual, como para tratar allí de los asuntos referen­tes al bien de los pobres y al mantenimiento de dicha cofradía» (X, 574-587).

SVP, que vuelve a París a finales de 1617, emprende las misiones en las tierras de los Gon­di. En 1618 funda esta cofradía de la Caridad en las parroquias misionadas; así en Villepreux, Joigny, Montmirail… Mientras en Châtillon la co­fradía era de mujeres y solamente participaba en la administración algún hombre, en Folleville (1921) funda una de solos hombres y, en Magon, mixta. Posteriormente SVP comprobó que las co­fradías de hombres no prosperaban y que la ad­ministración en las de mujeres debía ser llevada por las mismas mujeres.

Toda la enorme obra de asistencia social que realizó SVP partió de las Cofradías de la Caridad. Cuando éstas se fundan en París, no va a ser fá­cil contratar mujeres como asistentas de los en­fermos. SVP encuentra en el campo jóvenes a las que encomienda esta tarea. Así nacen las Hijas de la Caridad (1633). La asistencia hospitalaria en el mismo París era muy deficiente; las «damas», mujeres de la Caridad, asumen en 1634 la aten­ción suplementaria de los enfermos del gran hos­pital, el Hótel-Dieu. Sta. Luisa de Marillac, co­fundadora de las Hijas de la Caridad, visita las cofradías de las parroquias y contribuye a per­feccionar esta obra.

Las damas de la Caridad de París son las abas­tecedoras de las obras de SVP en favor de los «ni­ños expósitos», de los galeotes, los esclavos de Berbería, de las regiones devastadas. Una gale­ría de señoras, con Ana de Austria entre ellas, hon­ran esta actividad asistencial y de búsqueda de soluciones al pauperismo del s. XVII y a los estragos de la guerra de los treinta años (1618-
1648), de la Fronda y franco-española (1649-1660).

Las Cofradías de la Caridad eran una institu­ción estrictamente religiosa; se mantenían de ayu­das ocasionales, de colectas y de fundaciones sobre rentas y otros fondos típicos de la socie­dad del Antiguo Régimen. Era de rigor la autori­zación episcopal para su erección. En concreto, las Cofradías de la Caridad fundadas por SVP se extendieron fuera de Francia y aumentaron a lo largo del s. XVII. La Monarquía del Despotismo Ilustrado tuvo reservas con las cofradías en ge­neral, porque éstas se movían con cierta liber­tad, celebraban sus fiestas patronales a veces suntuosamente y escapaban al control de los im­puestos. La supresión de los gremios por Turgot, en Francia, y posteriormente por otros gober­nantes, dejó en entredicho a estas entidades en las que la actividad religiosa y social se mezcla­ba tan estrechamente. Con la Revolución Francesa (1798) la decadencia de la cofradía de la Caridad fue total.

En 1840, el P. J. B. Etienne, ecónomo gene­ral de la CM en ese año y posteriormente Supe­rior General, se reunió con una docena de seño­ras que adoptaron el reglamento de Châtillon. Visitaban a los pobres del barrio parisién de San Marceau; después ampliaron estas visitas a los barrios de San Medardo y de San Pedro de Gros. En 1852 eran ya 519 las asociadas de la Caridad que visitaban 22 parroquias de París.

Estas restauradas Cofradías de la Caridad, con diferentes bases económicas a las del A. Régi­men, se dedicaron también a actividades apos­tólicas en las barriadas de París; colaboraron a la fundación de residencias de Hijas de la Caridad en ese suburbio con escuelas para niñas, dis­pensarios y la visita a los enfermos pobres. En 1855 ya lograron fundar seis casas de Hermanas. De París se extendió esta obra a otras ciudades de Francia. En 1872 se creó una sección especial para los barrios más abandonados. De Francia pa­saron a Méjico, Turquía, Italia etc.

El crecimiento de esta asociación de señoras de la Caridad en Méjico fue singular. Siendo visi­tador de la C.M. el P. Álvarez, había 19.264 aso­ciadas activas y 2.300 honorarias. En Italia el P. Marco Durando C.M. les dio gran impulso.

En España se extendieron primeramente (en el s. XIX) las Conferencias de SVP, gracias a San­tiago Masarnau, tanto de caballeros como de se­ñoras; éstas fueron aprobadas en 1867 por Pío IX. En 1915 empezaron los misioneros de SVP a fundar asociaciones de Caridad. Los PP. Sierra, Escribano y Villanueva fueron los iniciadores de esta obra. Las Hijas de la Caridad acompañaron este nacimiento en España. Misioneros españo­les llevaron a otros países esta organización de Caridad.

En la actualidad la cofradía de la Caridad de Châtillon tiene gran desarrollo y nuevas claves estatutarias. El mayor volumen de socias y de actividades corresponde a Europa: en

  • Alemania: 220.184
  • Italia: 193.000
  • Francis: 40.000
  • España: 18.000
  • Bélgica: 2.500
  • Inglaterra: 1.500
  • Portugal: 1.200
  • Europa, total: 475.810 asociadas. (Año 1954).

Existe esta obra en América, Asia y África.

Su actividad es la misma de su origen pero adaptada a las necesidades de los pobres cuya so­lución es más urgente. Se trata de pasar de lo asis­tencial a lo participativo. Entre las actividades más características de las Voluntarias de la Caridad están los servicios de alimentación (SAC), centros de día, mini-residencias, clubs, colonias de vera­no, hogares para transeúntes etc.

A nivel jurídico la Asociación de Caridad de SVP es conocida como AIC (Asociación Internacional de Caridades). En España está inscrita como ACSVP (Asociación de Caridad de San Vicente de Paúl); recuperó su carácter mixto desde 1987 y los Voluntarios tienen los mismos deberes y de­rechos que las Voluntarias.

AIC colabora estrechamente con Caritas y per­tenece a las OIC (Organizaciones Internacionales Católicas de Laicos).

Uno de los aspectos que más cuida la direc­ción internacional de la AIC es el formativo: cur­sos, coloquios, publicaciones. En España publica Justicia y Caridad. Las asambleas internacionales de la AIC y las de cada país son instrumentos de dinamización que tratan de dar respuestas de van­guardia a los problemas de la pobreza actual.

La Asamblea Encuentro Internacional de Asís aprobó como líneas operacionales, para cuatro años, las siguientes:

  • un compromiso de formación;
  • un mayor intercambio de información;
  • conciencia de solidaridad y actuación como agentes de cambio en la sociedad por parte de las voluntarias AIC;
  • cuidar la autopromoción.

BIBLIOGRAFÍA:

P. COSTE, Saint Vincent de Paul, Le Grand Saint du Grand Siacle, París, 1932, 3 v. Traducción es­pañola, San Vicente de Paúl. El gran Santo del gran siglo. 3 vol. CEME, Salamanca 1990-1992.- A. Do-DIN, Saint Vicent de Paul et la Chanté, París, Seuil, 1960. Traducción española, San Vicente de Paúl y la caridad, CEME, Salamanca 1977.- J. DUHR, La con frérie dans la vie de l’Eglise, en Revue d’- histoire ecclésiastique, 1939, pp. 437-478.- L. LA­LEMAND, Histoire de la Chanté, París, 1908.- G. LE BRAS, Les confréries chretiennes, en Etudes de Sociologie religieuse, t. II, París, 1956, pp. 423- 462.- J. HERRERA, Historia de las Damas de la Ca­ridad de san Vicente de Paúl, Madrid, 1954.

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