San Vicente de Paúl ejerció el ministerio pastoral en el marco de la reforma tridentina de la Iglesia de Francia (s. XVII). Esta reforma intentaba la recuperación de las instituciones eclesiásticas de la Cristiandad medieval y sólo muy parcamente animaba a la creación de otras nuevas.
Las cofradías y las órdenes terceras habían sido los instrumentos de penetración apostólica de los Mendicantes en los siglos XIII-XV. Franciscanos y dominicos las habían establecido en sus iglesias de villas y ciudades; desde ahí habían arraigado en algunas parroquias rurales. La pastoral tridentina recomendaba el establecimiento de cofradías de la doctrina cristiana en las parroquias y favorecía la erección de otras como las del Sacramento, del Rosario etc.
Cofradías de la Caridad existían en diferentes lugares; las de la costa atlántica de Francia tenían como finalidad los sufragios a los difuntos y el entierro de pobres. Posiblemente san Vicente de Paúl conocía algunas de estas cofradías; ciertamente él manifiesta haberse inspirado en el hospital de la Caridad de Roma. No conocemos ningún reglamento que pudiera haber servido de antecedente inmediato al de SVP de Châtillon. Es un tema de investigación abierto.
La primera cofradía de la Caridad fundada por SVP fue la de Châtillon-les-Dombes, 8-XII-1617. Fue el resultado de una evangelización de SVP en la parroquia de ese nombre durante unos seis meses. Merece la pena referir algunos aspectos de este reglamento: «un chef d’oevre d’organisation et de tendresse» (A. Dodin).
«La cofradía estará compuesta de mujeres, tanto viudas como casadas y solteras, de conocida piedad y virtud, en cuya perseverancia se pueda esperar con seguridad…
Eligirá a dos mujeres pobres de vida honesta y devota, que se llamarán asistentas de los pobres enfermos, ya que será su obligación asistir a los que estén solos y no puedan moverse;… se les pagará convenientemente según su trabajo, y además serán consideradas como miembros de dicha cofradía.
La priora admitirá, para que los atienda la cofradía, a los enfermos verdaderamente pobres, pero no a aquellos que tienen medios para cuidarse, siempre con el parecer de la tesorera y de la asistenta o de una de ellas. Cuando haya recibido a alguno, se lo comunicará a la que esté de servicio aquel día para que vaya a verlo en seguida; lo primero que hará será ver si necesita un camisón blanco para, en ese caso, llevarle uno de la cofradía, junto con sábanas blancas, si las necesita y no está en el hospital, donde hay, siempre que carezca de medios para procurarse ropa limpia…
La que esté de día, después de haber tomado todo lo necesario de la tesorera para poder darles a los pobres la comida de aquel día, preparará los alimentos, se los llevará p los enfermos, les saludará cuando llegue con alegría y caridad, acomodará la mesita sobre la cama, pondrá encima un mantel, un vaso, la cuchara y pan, hará lavar las manos al enfermo y rezará el Benedicite, echará el potaje en una escudilla y pondrá la carne en un plato, acomodándolo todo en dicha mesita; luego invitará caritativamente al enfermo a comer…
Todos los enfermos tendrán el pan que necesiten, con un cuarto de cordero o de ternera cocida para comer, y otro tanto asado para cenar, excepto los domingos y fiestas, que se les podrá dar pollo o gallina para comer, o darles carne picada a la cena dos o tres veces por semana. Los que non tengan fiebre, tendrán un cuartillo de vi-no cada día, mitad para la comida, mitad para la cena…
Y como es sumamente útil para todas las comunidades consagradas a Dios, que se reúnan de vez en cuando en algún lugar destinado para ello a fin de tratar no solamente de su progreso espiritual, sino también de todo lo que se refiere en general al bien de la comunidad, convendrá que dichas sirvientes de los pobres se reúnan todos los terceros domingos de cada mes en una capilla de la iglesia de dicha ciudad, destinada a este efecto, o en la del hospital; aquel mismo día, o al día siguiente, a la hora que se determine, se celebrará una misa rezada por dicha cofradía; y después de comer, a la hora que parezca más oportuna, se reunirán en esa misma capilla, tanto para escuchar una pequeña exhortación espiritual, como para tratar allí de los asuntos referentes al bien de los pobres y al mantenimiento de dicha cofradía» (X, 574-587).
SVP, que vuelve a París a finales de 1617, emprende las misiones en las tierras de los Gondi. En 1618 funda esta cofradía de la Caridad en las parroquias misionadas; así en Villepreux, Joigny, Montmirail… Mientras en Châtillon la cofradía era de mujeres y solamente participaba en la administración algún hombre, en Folleville (1921) funda una de solos hombres y, en Magon, mixta. Posteriormente SVP comprobó que las cofradías de hombres no prosperaban y que la administración en las de mujeres debía ser llevada por las mismas mujeres.
Toda la enorme obra de asistencia social que realizó SVP partió de las Cofradías de la Caridad. Cuando éstas se fundan en París, no va a ser fácil contratar mujeres como asistentas de los enfermos. SVP encuentra en el campo jóvenes a las que encomienda esta tarea. Así nacen las Hijas de la Caridad (1633). La asistencia hospitalaria en el mismo París era muy deficiente; las «damas», mujeres de la Caridad, asumen en 1634 la atención suplementaria de los enfermos del gran hospital, el Hótel-Dieu. Sta. Luisa de Marillac, cofundadora de las Hijas de la Caridad, visita las cofradías de las parroquias y contribuye a perfeccionar esta obra.
Las damas de la Caridad de París son las abastecedoras de las obras de SVP en favor de los «niños expósitos», de los galeotes, los esclavos de Berbería, de las regiones devastadas. Una galería de señoras, con Ana de Austria entre ellas, honran esta actividad asistencial y de búsqueda de soluciones al pauperismo del s. XVII y a los estragos de la guerra de los treinta años (1618-
1648), de la Fronda y franco-española (1649-1660).
Las Cofradías de la Caridad eran una institución estrictamente religiosa; se mantenían de ayudas ocasionales, de colectas y de fundaciones sobre rentas y otros fondos típicos de la sociedad del Antiguo Régimen. Era de rigor la autorización episcopal para su erección. En concreto, las Cofradías de la Caridad fundadas por SVP se extendieron fuera de Francia y aumentaron a lo largo del s. XVII. La Monarquía del Despotismo Ilustrado tuvo reservas con las cofradías en general, porque éstas se movían con cierta libertad, celebraban sus fiestas patronales a veces suntuosamente y escapaban al control de los impuestos. La supresión de los gremios por Turgot, en Francia, y posteriormente por otros gobernantes, dejó en entredicho a estas entidades en las que la actividad religiosa y social se mezclaba tan estrechamente. Con la Revolución Francesa (1798) la decadencia de la cofradía de la Caridad fue total.
En 1840, el P. J. B. Etienne, ecónomo general de la CM en ese año y posteriormente Superior General, se reunió con una docena de señoras que adoptaron el reglamento de Châtillon. Visitaban a los pobres del barrio parisién de San Marceau; después ampliaron estas visitas a los barrios de San Medardo y de San Pedro de Gros. En 1852 eran ya 519 las asociadas de la Caridad que visitaban 22 parroquias de París.
Estas restauradas Cofradías de la Caridad, con diferentes bases económicas a las del A. Régimen, se dedicaron también a actividades apostólicas en las barriadas de París; colaboraron a la fundación de residencias de Hijas de la Caridad en ese suburbio con escuelas para niñas, dispensarios y la visita a los enfermos pobres. En 1855 ya lograron fundar seis casas de Hermanas. De París se extendió esta obra a otras ciudades de Francia. En 1872 se creó una sección especial para los barrios más abandonados. De Francia pasaron a Méjico, Turquía, Italia etc.
El crecimiento de esta asociación de señoras de la Caridad en Méjico fue singular. Siendo visitador de la C.M. el P. Álvarez, había 19.264 asociadas activas y 2.300 honorarias. En Italia el P. Marco Durando C.M. les dio gran impulso.
En España se extendieron primeramente (en el s. XIX) las Conferencias de SVP, gracias a Santiago Masarnau, tanto de caballeros como de señoras; éstas fueron aprobadas en 1867 por Pío IX. En 1915 empezaron los misioneros de SVP a fundar asociaciones de Caridad. Los PP. Sierra, Escribano y Villanueva fueron los iniciadores de esta obra. Las Hijas de la Caridad acompañaron este nacimiento en España. Misioneros españoles llevaron a otros países esta organización de Caridad.
En la actualidad la cofradía de la Caridad de Châtillon tiene gran desarrollo y nuevas claves estatutarias. El mayor volumen de socias y de actividades corresponde a Europa: en
- Alemania: 220.184
- Italia: 193.000
- Francis: 40.000
- España: 18.000
- Bélgica: 2.500
- Inglaterra: 1.500
- Portugal: 1.200
- Europa, total: 475.810 asociadas. (Año 1954).
Existe esta obra en América, Asia y África.
Su actividad es la misma de su origen pero adaptada a las necesidades de los pobres cuya solución es más urgente. Se trata de pasar de lo asistencial a lo participativo. Entre las actividades más características de las Voluntarias de la Caridad están los servicios de alimentación (SAC), centros de día, mini-residencias, clubs, colonias de verano, hogares para transeúntes etc.
A nivel jurídico la Asociación de Caridad de SVP es conocida como AIC (Asociación Internacional de Caridades). En España está inscrita como ACSVP (Asociación de Caridad de San Vicente de Paúl); recuperó su carácter mixto desde 1987 y los Voluntarios tienen los mismos deberes y derechos que las Voluntarias.
AIC colabora estrechamente con Caritas y pertenece a las OIC (Organizaciones Internacionales Católicas de Laicos).
Uno de los aspectos que más cuida la dirección internacional de la AIC es el formativo: cursos, coloquios, publicaciones. En España publica Justicia y Caridad. Las asambleas internacionales de la AIC y las de cada país son instrumentos de dinamización que tratan de dar respuestas de vanguardia a los problemas de la pobreza actual.
La Asamblea Encuentro Internacional de Asís aprobó como líneas operacionales, para cuatro años, las siguientes:
- un compromiso de formación;
- un mayor intercambio de información;
- conciencia de solidaridad y actuación como agentes de cambio en la sociedad por parte de las voluntarias AIC;
- cuidar la autopromoción.
BIBLIOGRAFÍA:
P. COSTE, Saint Vincent de Paul, Le Grand Saint du Grand Siacle, París, 1932, 3 v. Traducción española, San Vicente de Paúl. El gran Santo del gran siglo. 3 vol. CEME, Salamanca 1990-1992.- A. Do-DIN, Saint Vicent de Paul et la Chanté, París, Seuil, 1960. Traducción española, San Vicente de Paúl y la caridad, CEME, Salamanca 1977.- J. DUHR, La con frérie dans la vie de l’Eglise, en Revue d’- histoire ecclésiastique, 1939, pp. 437-478.- L. LALEMAND, Histoire de la Chanté, París, 1908.- G. LE BRAS, Les confréries chretiennes, en Etudes de Sociologie religieuse, t. II, París, 1956, pp. 423- 462.- J. HERRERA, Historia de las Damas de la Caridad de san Vicente de Paúl, Madrid, 1954.