El señor Vicente visto por su secretario, Luis Robineau. Artículos 186 al 190

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Luis RobineauLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Luis Robineau, C.M. · Traductor: Martín Abaitua, C.M.. · Año publicación original: 1995 · Fuente: Asociación Feyda.
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186. El señor Vicente acusado de conceder beneficios a cambio de una retribución.

Pero otra prueba de su paciencia y que no podía ser sobrellevada, sino por un alma verdaderamente mortificada y entregada a Dios es la fama que cierto sacerdote y capellán del Sr…., consejero del Rey, hacía correr por la ciudad: que el Señor Vicente había concedido un beneficio a una persona a cambio de una biblioteca y 600 libras de plata. El Señor Vicente lo padeció con tal entereza de espíritu, que no quiso ni justificarse, como ya lo hemos hecho notar detalladamente en el cuaderno, que trata de la humildad. (f2 13, v2).

Al margen: y el segundo Cuaderno grande, fl 13,1

187. Soporta las reacciones de los miembros de su familia religiosa.

Cuántos de su Compañía no le habrán dado motivos para mortifi­carse en diversas ocasiones y por diferentes motivos, y, sin embargo, sabemos con cuánta paciencia sufría todo, unos no ejecutando lo que les había rogado, o bien, haciéndolo de una forma no mandada por él, o no haciéndolo, sino a medias o disgustados y de mala gana; otros, soportando penosamente la observancia de las Reglas o cometiendo otras faltas desedificantes: todo eso era para el Señor Vicente un ejercicio de mortificación. Otros, como yo, han hablado, o respondido a veces, con dureza y con poco respeto y encolerizados, y así, otras y parecidas circunstancias servían para ejercitar su paciencia. El con­suelo que me queda es que Dios me hizo la gracia de pedirle perdón la víspera de su muerte, cosa que me la concedió al momento.2

188. Soporta las impaciencias del Hermano Robineau.

Varias veces ha acaecido que la urgencia por firmar las cartas, que había hecho para remitirlas al correo, porque el tiempo urgía, llegó hasta el punto de manifestarle mi impaciencia. A pesar de eso, sufría todo con paciencia, y no me decía: «¿No ve usted que no puedo? ¿Por qué me importuna tanto?». Jamás dijo cosa parecida, sino que algunas veces me decía: «Hermano, le ruego que espere todavía un poco».3

189. Su mortificación, cuando la desgracia del Cardenal de Retz.

Su mortificación también pareció grande con ocasión de la desgra­cia ocurrida al Señor Cardenal de Retz, siendo el Señor Vicente como era, si se puede hablar así, considerado en cierto modo de la casa de dicho Señor Cardenal; y bebió ése pequeño cáliz a largos tragos, du­rante los ocho años, más o menos, que él vivió después de la deten­ción de dicho Señor Cardenal, conformándose a la voluntad de Dios, que permitía le ocurriera así al buen Señor una desgracia semejante, así como a toda su familia, que todavía sufre la aflicción por aquella causa. Y algunas veces, cuando se ha llegado a hablar de dicha cues­tión, quería decir que había que tener paciencia y, a pesar de todo, querer lo que Dios quería.4

190. Hacer rezar por el Cardenal y sus parientes.

Rezaba y hacía rezar a menudo por aquel buen Señor y por los Señores parientes suyos, para pedir a su Divina Majestad que le diera la gracia de soportar valientemente aquella desgracia, y que Él les diera la de hacer buen uso de aquella aflicción; y otras veces, que Dios quisiera reponerlo en su sede con la anuencia del Rey.5

  1. Acusación de haber concedido beneficios a cambio de una retribu­ción. Incidente referido solamente por L. Robineau.
  2. Anotación propia de L. Robineau.
  3. Anotación propia de L. Robineau.
  4. Desgracia del Cardenal de Retz. (Cf. los detalles que figuran en la Nota 134).
  5. Cf. Nota 114.

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