Educadores de los jóvenes

Francisco Javier Fernández ChentoEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

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Author: Flores-Orcajo · Year of first publication: 1983 · Source: CEME.
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«A los jóvenes recomiéndales también que sean sensatos,presentándote en todo como modelo de buena conducta. Cuando enseñes, que se vea tu integridad y seriedad, con un hablar bien fundado e intachable». (Tit 2, 6-8).

«1. Reconociendo la gran importancia de la educación tanto de jóvenes como de adultos, los nuestros asumi­rán la función docente y educativa donde sea necesario para conseguir el fin de la Congregación.

Ahora bien, tal función ha de realizarse, no sólo en cen­tros educativos de todo tipo, sino en las familias, en los lugares de trabajo, en todo el ámbito social donde los jóvenes y adultos se mueven.

De acuerdo con las cir­cunstancias locales, las es­cuelas, los colegios y las uni­versidades acojan pobres para contribuir a su promoción. Afirmando, pues, el valor de la educación cristiana, incúl­quese en los alumnos el sen­tido del pobre según el es­píritu del Fundador». (E 11).

La educación de los jóvenes no aspirantes al sacerdocio es un ministerio que ha entrado tarde en los que­haceres pastorales de la Congregación de la Misión. Por diversas circunstancias, la Congregación ha ido asumien­do la labor de la enseñanza y ha creado escuelas, cole­gios y universidades; ha formado a los misioneros para este ministerio. Hoy el Estatuto 11 reconoce que la educación y formación delos jóvenes laicos puede ser un medio de evangelizar a los pobres conforme al fin de la Congregación de la Misión.

1. «Para ser conscientes del don de la fe».

jovenesToda educación debe ser integral, debe tener en cuenta, por tanto, al joven en todos los aspectos: huma­no, religioso, cultural, social, etc. Se intenta mediante la educación hacer de él un hombre capaz de desarrollar por sí mismo toda la riqueza que lleva consigo. Sin em­bargo, la Iglesia busca sobre todo el que los jóvenes adquieran la conciencia del don de la fe y de su educa­ción cristiana:

«La educación cristiana no persigue solamente la madurez de la persona humana, sino que mira principal­mente a que los bautizados, a medida de que se van in­troduciendo gradualmente en el conocimiento del mis­terio de la salvación, se vayan haciendo cada día más conscientes del don de la fe que han recibido: que apren­dan, en primer lugar, en la acción litúrgica a adorar a Dios Padre con toda sinceridad de espíritu (Jn 4,23); que se preparen para realizar su propia vida, conforme al hombre nuevo, en la justicia y en la santidad de la verdad (Ef 4,22-24); y que así traten de realizar en si el tipo del varón perfecto, buscando alcanzar esa edad de plenitud que es Cristo (cf. Ef 4,13), y colaboren en el crecimiento del cuerpo místico. Conscientes además de su vocación, acostúmbrense a dar testimonio de la esperanza que poseen (cf. 1 Pe 3,15) y a ayudar a que se realice la configuración cristiana del mundo, en la que los mismos valores naturales, que lleva consigo la consideración total del hombre redimido por Cristo, contribuyan también al bien de la sociedad entera». (GE 2).

2. La importancia de los centros de educación.

La educación puede llevarse a cabo de muchas maneras. Los centros de educación (escuelas, colegios, universidades, etc…) son medios aptos para impartir una educación y formación completas.

«Entre los medios de educación, tiene especial im­portancia la escuela, que, en virtud de su misión, a la vez cultiva con arduo cuidado las facultades intelec­tuales, desarrolla la capacidad de juzgar rectamente, in­troduce en el patrimonio cultural conquistado por las generaciones anteriores, promueve el sentido de los va­lores, prepara para la vida profesional y fomenta el trato amistoso entre alumnos de diversa índole y con­dición, originando así una disposición a comprenderse mutuamente; además se constituye como centro en cu­yas fatigas, lo mismo que en sus éxitos, deben partici­par a una las familias, los profesores, las asociaciones que promuevan la vida cultural, cívica y religiosa, la sociedad civil y la comunidad humana entera…».

«Bella es, por tanto,…la vocación de todos aque­llos que… asumen la tarea de educar. Esta vocación exige dotes especiales de inteligencia y espíritu, prepa­ración diligentísima y prontitud siempre dispuesta a la renovación y adaptación». (GE 5).

3. El Misionero educador.

El Misionero vicenciano no debe perder su propia identidad en el ministerio que ejerce. Para ello los cen­tros de educación de la Congregación de la Misión de­berán tener las condiciones indicadas en el Estatuto 11; en él se recoge la reflexión de varias Asambleas Gene­rales sobre este tema.

«La evangelización pide actualmente que nos ocupe­mos de la educación de los jóvenes, especialmente de los campesinos y obreros. Procuraremos, por tanto, pro­mover grupos juveniles y adquirir medios para educar la juventud. Allí donde la educación de los jóvenes en Escuelas, Colegios, Universidades católicas sea una ne­cesidad muy urgente de la Iglesia, la Asamblea General confirma a las Provincias y miembros de la Congrega­ción en el propósito de vivir la vocación vicenciana en ese tipo de trabajo necesario; exige que, según las circunstancias, nuestras Escuelas, escojan y promocionen alumnos pobres; y pide que todas ellas, afirmando el va­lor de la educación cristiana y dando una formación so­cial, inculquen a los alumnos el sentido del pobre según el espíritu de San Vicente». (AG 74,36).

  • Si trabajo en la educación de los jóvenes, ¿pro­curo que se cumpla lo que establece el Esta­tuto 11?
  • Si trabajo en centros de enseñanza, ¿creo since­ramente que me realizo como misionero vicenciano?

Oración:

«Oh Señor, que has dicho de ti mismo: `Yo soy el ca­mino, la verdad y la vida’ y `el que me sigue no anda en tinieblas’, concede a todos los que has agraciado con la vocación de educadores que, siguiéndote a ti, único Maestro, sepan comunicar a sus alumnos eI amor sincero a tu doc­trina y ayudarles a ponerla en práctica. Tú que vives por los siglos de los siglos. Amén».

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