En la presentación de los Grupos de Encuentro hacemos ver como esa palabra «encuentro» significa también, o si queremos inicialmente, encuentro con Dios. Ya era pues hora de centrarnos en esta realidad clave de todo estilo misionero.
Este encuentro con Dios se produce durante la misión de muchas maneras:
- En la oración, ejercicio que tiende a llevarnos directamente a la comunicación con Dios en un ejercicio de soledad acompañada que puede provocar la unidad que crea el Espíritu y que nos ayuda a vivir la unidad en una misma Fe y en torno al único Padre. Unidad que es obra del Espíritu mismo de Jesús. Unidad que nos orienta a la vida trinitaria.
En la oración buscamos que se produzca el encuentro con el Maestro interior. Sin este encuentro toda la obra misionera se vendrá abajo. - En el encuentro con las personas («visitas») y, particularmente, con los pobres; lugar también de encuentro con Dios porque ha dejado en ellos «su imagen». Y como además el Espíritu sopla donde quiere tenemos que estar atentos a sus «sorpresas». Y no olvidamos que a la misión no venimos sólo a «enseñar»; venimos también a «escuchar», a «aprender», a «ser misionados por la misma gente y por la comunidad«. También nosotros necesitamos encontrarnos para poder transmitirlo.
En este «intercambio» tanto en quienes reciben la visita como en quienes vamos a visitar se puede producir un verdadero encuentro con Cristo evangelizador. - Así, el encuentro con Dios (vuelvo a resaltarlo) se produce también en la escucha de los evangelios vivos, tantos y tan hermosos en nuestro pueblo cristiano. Lo repetimos hasta la saciedad y tendremos que aprenderlo siempre: En la misión tenemos que hacer experiencia del Espíritu que sopla donde quiere y se manifiesta a nosotros, para que, a su vez, volvamos a trasmitirlo a través de las personas, ya digan que son creyentes o ya nos trasmitan sus dudas, críticas o sospechas… (ver GS nº 19).
- Pero a este encuentro se orientan, de forma extraordinaria, el Anuncio (proclamación irrenunciable) del Mensaje (Buena Noticia) y las Celebraciones. Es la llamada a la conversión y a creer en el evangelio (ver Mc 1). Conversión que es en definitiva encuentro con Jesús y con su Espíritu.
La misión lo mismo que exige una atención al Espíritu que nos habla a través del pueblo (de la gente), exige una atención al «Espíritu dado a los enviados»: Quien os escucha a vosotros, me escucha a mí. (Esto vale, desde luego, en la misión «en todo momento»: anuncia con ocasión y sin ella). - Otra situación que no se debe pasar por alto: los encuentros de Equipo; siempre han de estar abierto a dicho encuentro los momentos de planificación y de revisión, así como el Anuncio continuo, de palabra y con obras, que realizan todos los miembros del equipo y la gente comprometida y fiel de la parroquia (la obra misionera la realizamos entre todos).
[Queremos transmitir la palabra de Dios, no nuestra palabra personal; aunque el filtro seamos cada uno, tenemos que estar abiertos a los demás]. - Lo hemos señalado al comienzo: los Grupos de Encuentro, que al fin de cuentas tienen como uno de sus objetivos el encuentro con Dios y con las raíces de la Fe, son un medio estupendo para que se produzca este encuentro con Dios. Frente a tantos mensajes negativos que recibimos diariamente en los «medios» y en «tertulias» y conversaciones organizadas o esporádicas, tenemos que promocionar este medio que nos lleva a dar razón de nuestra esperanza en Dios salvador.
En fin, no podemos olvidar lo que dijo con claridad Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi: La «fidelidad a un mensaje del que somos servidores, y a las personas a las que hemos de transmitirlo intacto y vivo, es el eje central de la evangelización» (EN, 4). La fidelidad es cualidad primordial de nuestro Dios. Y por eso, esa fidelidad lo anuncia y puede provocar el encuentro con Él.
En resumen. «El Reino de Dios, o sea, Jesucristo, está en medio de vosotros» (Lc 17, 21). Un reinado de Dios que ya ha comenzado y está vivo entre nosotros es el que da sentido a toda acción misionera. [1] Entrar en el clima de salvación iniciado por Jesús que continúa recorriendo nuestro mundo es lo que debemos ir descubriendo y promocionando. [2] Revivir la confianza en Dios y su fe en los hombres da un carácter específico a nuestra Misión.