Ciclo B, Domingo, 4º de Adviento (reflexión de Julio César Villalobos, C.M.)

Francisco Javier Fernández ChentoHomilías y reflexiones, Año BLeave a Comment

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María santísima, mujer del Adviento

Muchas prisas, mucha propaganda de TV, radio, internet, redes sociales del ciber espacio, muchas chocolatadas en distintos lugares, cuántas luces, cuántas guirnaldas, cuántos «papanoeles», cuántos «trineos», cuántos juguetes «modernos y bonitos», muchos y muchos gastos…uff….la lista es larga de cosas que pueden estar «distrayendo» nuestra fe. ¿Cuántas de estas cosas me están abrumando?, ¿cuántos de nosotros nos estamos olvidando del misterio grande que estamos a punto de celebrar?, ¿cuántos de nosotros nos estamos alegrando de la llegada de Jesús?

El Rey David puede marcar una de las pautas de nuestra reflexión cuando le dice al profeta Natán: «Mira yo estoy viviendo en una casa de Cedro, mientras el arca del Señor está en una tienda de campaña» (2Sam.7,1-5.8b-12.14ª.16). Dios jamás se olvida de nosotros, de cómo hemos crecido, de qué barro somos. Él se hace recordar al Rey David, por medio de Natán que no se olvide de que Dios siempre está y estuvo a su lado, que él le protege de sus enemigos, que él hará que su pueblo sea grande.

¿Entendemos por qué nada nos debe preocupar? A veces queremos «quedar bien ante los demás», pero a veces nos equivocamos. Dejemos que Dios haga vida en nuestra propia vida.

María Santísima estaba, está y estará siempre en el plan de Dios. Ella ocupa un lugar importantísimo en ese plan salvador de Dios. El ángel Gabriel viene con un mensaje para ella, que la llenará de gozo, de paz y de esperanza: «No temas porque encontraste el favor de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc.1,26-38).

Ella, María Santísima, no se dejó llevar por el «mundo», no se dejó atrapar por lo que no cuenta, por las cosas superfluas. Su miedo se disipó cuando escuchó una promesa de salvación: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra…»

Adviento es un tiempo para escuchas buenas noticias, para escuchar siempre la voz de Dios, como María Santísima. Adviento es un tiempo para llenarse del Espíritu como María Santísima que se dejó inundar del Espíritu Santo para preparar su vientre como el 1ER PESEBRE SANTO donde albergó a Jesús, su Hijo muy amado.

El ángel Gabriel le anunció que iba a ser Madre del Salvador. Ella no cuestiono, no dudó, no fue indiferente. Simplemente aceptó, su docilidad, humildad, apertura y sencillez le hicieron gritar de esperanza: «Aquí está la servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra».

María es una mujer del Adviento. Ella esperó que se cumpla las promesas salvadoras porque fue, es y será la humilde servidora del Señor.

¿Podemos preparar el pesebre de nuestra vida para que nazca Jesús de verdad?

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