Ciclo B, Domingo, 1º de Adviento (reflexión de Julio César Villalobos, C.M.)

Francisco Javier Fernández ChentoHomilías y reflexiones, Año BLeave a Comment

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Mi lentes se llaman «Esperanza» y mi actitud «Vigilancia»

Hubo una vez un Señor que trabajaba en una playa, casi cerca del mar, su oficio era «Vigilante», el turno que le tocaba siempre trabajar era por la noche, hasta amanecerse del día siguiente. Aquel fin de semana, para él, fue el más largo de su vida, de su trabajo. Una noche llena de frío, de vientos fuertes, de escuchar el bramido de las olas, de algunos truenos que se hacían escuchar. Este vigilante era el más respetado de su trabajo, de aquel barrio, el más serio, el más responsable. Al haber firmado su contrato de trabajo, en una de las cláusulas decía: «Tienes que vigilar de noche y estar con los ojos bien abiertos para evitar que entren a nuestra empresa los ladrones. Si aceptas este contrato, firma por favor». En esa noche llena de cosas inusuales, le entró miedo, pero a la vez se acordaba del contrato que firmó. Lo único que hizo es abrigarse un poco más, tomarse una bebida caliente y agarrarse del rosario que le regaló su madre cuando era niño. Se acordó esa noche de su madre que le decía, al entregarle el rosario: «Hijito, no te olvides que tienes una madre que puede cuidar de ti, tienes que aprender a confiar, no lo olvides».

Adviento, tiempo para parar un poco el carro, para hacer un alto en la vida, para mirarnos delante de Dios cómo estamos, hacia dónde podemos caminar y qué tengo que hacer ante la llegada del Salvador. Sabemos que es tiempo de preparación para las fiestas de la navidad.
Isaías nos pone la figura de un Dios que sabe escuchar hasta los reclamos de sus hijos. ¿Alguna vez te has quejado de Dios?, ¿alguna vez has pensado que Dios siempre se ha olvidado de ti? ¿Sabes?, delante de Dios no podemos ocultarle nada: «Estabas enojado porque habíamos pecado…», «…tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero» (Is.63,16b-17.19b; 64,2b-7).

Adviento es también un tiempo para decirle a Dios: «somos todos obra de tu mano». Nuestra depende de Dios, pero algunos viven como si Dios no contara en sus vidas.
Es, por tanto, urgente el llamado que nos hace para estar firmes en su amor, a no dudar de su presencia, a acercarnos porque él nos dará la seguridad de su gracia y de su misericordia (cf.Lc.15; Mt.11,28-30; Jn.16,33).

«Él los mantendrá firmes hasta el final…Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su Hijo…» (1Cor.1, 3-9). «Jóvenes, no defrauden a Jesús» fue el grito de SS. Benedicto XVI en España ante más de 2 millones de personas, por «ustedes tienen que estar FIRMES EN LA FE». Adviento es un tiempo para no fallarle a Dios, para estar junto a él, para dejarnos tocar por su gracia.
Adviento, tiempo para estar con los lentes de la Esperanza, y para que mi actitud sea la de VIGILANCIA. Marcos pone en labios de Jesús esta expresión: «Estén despiertos y vigilantes…Estén atentos…» (Mc.13, 33-37). ¿Nos extraña el pedido de Jesús?, ¿nos es indiferente su exigencia?, ¿Por qué no terminamos de aceptar a Jesús en nuestra vida?

Aquel Señor de la historia entendió que: ni las tormentas desaniman, ni los mares embravecidos, ni los problemas fueron obstáculo para que cumpla con su objetivo: vigilar, esperar, estar atento, no dormirse.
Mis lentes se llaman «ESPERANZA», y mi actitud «VIGILANCIA».

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