Centenario de un edificio emblemático (1909-2009). Segunda etapa

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CRÉDITOS
Autor: Sor María Ángeles Infante, H.C. .
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II.- Segunda etapa: 1936-1939

5.- De Hospital a cuartel de milicianos

Los años de la guerra supusieron para el Hospital de Convalecientes la alteración completa de su misión. Tras ser echadas las Hermanas, los milicianos que asaltaron la institución echaron fuera a los convalecientes, expulsaron a los médicos y al personal colaborador y en dos días se hicieron dueños de todo. El 1 de agosto de 1936, la Gaceta de Madrid publicaba el Decreto de supresión y disolución de Patronatos de Beneficencia y unos días después se hacía público el Decreto de estatalización de sus bienes. En cumplimiento de los mismos, los jefes de los milicianos asaltantes de las casas de Beneficencia de las Hermanas se pusieron de acuerdo para localizar la documentación relativa a los Patronatos benéficos regentados por las Hijas de la Caridad. Para ello, sacaron de la prisión a la visitadora provincial, sor Justa Domínguez, y custodiada por milicianos armados la llevaron hasta la calle José Abascal, entonces número 20. Bajo amenaza de muerte, la hicieron explicar cómo funcionaba el Patronato, cuales eran los fondos de la Fundación y dónde se custodiaban. Así, por la fuerza, consiguieron hacerse con todos los bienes del Hospital para transformarlo inmediatamente en cuartel de milicianos y centro de intendencia. Destruyeron las imágenes de la capilla y demás símbolos religiosos de la casa y se apropiaron de lo que les pareció. La ley del 1 de agosto amparaba en la práctica este tipo de desmanes y violencias.

Dicen las crónicas de la prensa bélica que el número de soldados republicanos acogidos llegó a 800, entre hombres y mujeres. Desterrados y destruidos los símbolos religiosos de la capilla, la convirtieron en salón de baile y de juegos. Entretanto, las Hermanas de la Comunidad quedaron dispersas. Muchas pasaron por situaciones difíciles: algunas sirvieron como criadas en algunas casas, otras fueron encarceladas y sometidas a torturas y sólo algunas pudieron escapar del horror de Madrid y marchar con sus familias. La misión del Hospital se vio truncada y, con el asalto del 26 de julio, terminó su labor sanitaria, benéfica y asistencial.

Así lo hace constar la Hermana sirviente, Sor María Díaz. Terminada la contienda ella escribió lo ocurrido y lo certificó para dar cuenta a la nueva Junta del Patronato y poder rehacer la fundación. El texto de su declaración pone de relieve los acontecimientos sucedidos en estos años: «Puedo certificar, como testigo ocular, lo que vi  y padecí en el asalto de la casa cuando se nos expulsó del Hospital en el mes de julio de 1936:

1) De esta casa fueron detenidas las Hermanas siguientes: Sor Elvira Benedicto Cofre, Sor Luisa Delgado López de León y Sor Jesusa Miner Zapiarain; unas fueron conducidas a la cárcel de Toreno y otra a la cárcel de Quiñones. Estuvieron detenidas por el único delito de ser Hijas de la Caridad, cuidar  bien a los enfermos y no tener en cuenta las órdenes dadas civilmente de no hablarles de Dios. Todas fueron puestas en libertad a los tres meses, pero la primera, Sor Elvira, murió de muerte natural, enseguida de salir de la cárcel, a consecuencia de los duros trabajos pasados en la prisión…

2) En relación con nuestra Casa Central y Noviciado de la calle Jesús, 3, puedo confirmar que fue completamente destruida por incendio, provocado violentamente, y tiene ahora su domicilio en lo que fue Hospital-Asilo de Convalecientes.

3) La iglesia de la Casa Central antigua no fue destruida, pero no dejaron de ella más que las paredes y algunas imágenes que pudieron salvar algunos milicianos que habían sido alumnos de las Escuelas de Jesús y habían recibido en ella la primera Comunión. El recuerdo de este hecho les hizo ser un poco respetuosos.

4) La iglesia de nuestro Hospital San Nicolás también fue completamente profanada y destruidas sus imágenes. Había una de San Nicolás que era única; pues se trataba de una talla de gran valor artístico, así como los altares, las lámparas de cristal que colgaban del techo y el púlpito de madera tallada.

5) La iglesia y la casa fueron saqueadas, robados todos los muebles buenos  y objetos de valor, además de los víveres que el Hospital-Asilo tenía en los almacenes y despensas para el sostenimiento de los 300 pobres, enfermos convalecientes, calculándose el valor de todo ello en 1.500.000 pts.

6) El día 26 de julio de 1936, un grupo de milicianos de ambos sexos, armados todos ellos, invadieron por la fuerza y violencia, el Hospital-Asilo de Convalecientes, e intimidaron a la Superiora y Comunidad, dando la orden de salir y abandonar el Centro, después de haber matado al capellán que nos decía la Misa. Replicando la Superiora que no reconocía en ellos autoridad alguna a quien tuvieran que obedecer, contestaron que si no salían por las buenas, vendrían en seguida unos cien individuos más del pueblo y se encargarían de sacarnos a la fuerza. En vista de ello, salimos en un coche de seguridad y acompañadas de varios agentes nos fuimos a casas de familiares, amistades y pensiones. Seguidamente echaron a la calle a los convalecientes y a los médicos.

Y para que pueda hacerse constar donde convenga, firmo este escrito como testimonio directo, en Madrid, a dieciséis días del mes de febrero de mil novecientos cuarenta y uno. La Superiora, fdo: Sor María Díaz».1

Como ya se ha descrito al final de la etapa anterior, antes de ser expulsada la comunidad, los milicianos del Ateneo Libertario de Chamberí, ubicado en las Escuelas Católicas, prendieron y decapitaron al capellán de la comunidad, P. José Ibáñez Mayandía, superior de la comunidad de misioneros paúles de la Basílica de la Milagrosa. Algunos enfermos vieron, desde las ventanas del Hospital, las escenas de su prendimiento, los escarnios que le propiciaron y el martirio con el que le quitaron la vida, cortándole la cabeza y los brazos. Seguidamente lo enterraron en el jardín del Hospital.2

6.- Los médicos del Hospital

Al ser expulsados, algunos pudieron regresar a sus lugares familiares como ocurrió con el Doctor Lostau que logró llegar a Burgos y continuar allí su tarea sanitaria en el Hospital militar. Otros no pudieron salir de Madrid y se vieron acosados y perseguidos. Algunos se vieron obligados a refugiarse en el Decanato de la Embajada de Chile, donde estaban refugiadas más de una veintena de hermanas. Dos ofrecieron sus servicios a los Hospitales de sangre instalados por el gobierno republicano en colegios y casinos de Madrid. La guerra, con sus peligros y sus exigencias, reclamaba una atención especial del aspecto sanitario y había que hacer frente a multitud de necesidades creadas por la propia guerra. Empezaban a producirse evacuaciones de pueblos enteros que huían de la guerra, planteando el pavoroso problema de los refugiados, epidemias, hambrunas, etc… Los Hospitales de sangre de la capital y alrededores de Madrid tomaban a su cargo los heridos para atenderles y aplicar los remedios que era posible en aquellas circunstancias. Periódicamente se hacían llamadas en la radio para alistar a médicos que quisieran aportar su ayuda, compartiendo las ideas republicanas.

Ninguno de los médicos del Hospital volvió a trabajar en él. La expropiación forzosa y expolio de los fondos de la fundación dejó a la misma sin los medios necesarios para proseguir su labor sanitaria. De ahí que después de la guerra, el Hospital dejó de llamarse así para adoptar el nombre de Asilo «San Nicolás». Estaba instalado en la calle Meléndez Valdés y realizó una tarea meramente asistencial. Idéntica trayectoria siguieron los médicos del Hospital infantil de convalecientes inaugurado en 1932.

7.- La suerte del anexo de Niños convalecientes

El hospital anexo de niños, situado enfrente del anterior, corrió suerte parecida. Fue asaltado el mimo día que el Hospital San Nicolás y también fueron expulsadas las Hermanas y los médicos. Sin embargo el comportamiento con los niños acogidos fue diferente al de los adultos. En este caso, las Hermanas fueron sustituidas por un grupo de enfermeras de la Cruz Roja y el centro se constituyó en centro asistencial para mujeres y niños. Custodiado y protegido por los soldados de la República, continuó su tarea, como pudo, a lo largo de los tres años de guerra. Funcionó también como Casa de Socorro y Hospital de heridos.

Al terminar la contienda continuó la tarea asistencial con los niños afectados por las secuelas de la guerra, pero no bajo la responsabilidad y cuidado de las Hijas de la Caridad, sino bajo la dirección del organismo llamado Auxilio Social. Extinguida esta institución, pasó a depender totalmente del ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. En la actualidad está dedicado a oficinas de este ministerio.

8.- Depósito de objetos requisados

Todas las guerras llevan consigo acciones violentas, requisamientos y expropiaciones forzosas. Esto sucedió en la guerra civil española de 1936-1939. Al convertirse el Hospital en cuartel, los sótanos del mismo fueron dedicados a depósito de objetos requisados. Los vecinos de la calle García de Paredes veían llegar camiones cargados de muebles, colchones, alimentos, ropas, medicamentos, etc… Para guardar bien los objetos valiosos, los milicianos cavaron en los sótanos un pequeño túnel subterráneo. En él no sólo guardaron los objetos requisados, alojaron también el botamen casi completo de la Farmacia del Hospital. Los asaltantes comprendieron que aquel material era valioso y lo metieron en cajones de madera para esconderlo y ponerlo a salvo. Es un gesto de valor histórico que hay que agradecer. Porque se guardó con cuidado, se ha podido reconstruir ahora la Farmacia del antiguo Hospital, con motivo de la celebración del centenario.

Tanto los vasos de cerámica, como crisoles, vasos de vidrio y material de destilación y decantación fueron adquiridos por Sor Cayetana de la Sota en el sur de Francia. Junto al botamen guardaron los manuales de la Farmacia de la época, 1909, un ejemplar en francés y otro en español. Todo ello puede verse en la restauración y reconstrucción de la Farmacia como objetos de museo, utilizados por las Hermanas en su formación y servicio sanitario.

Fuente: Anales, Marzo-Abril de 2010

  1. AHN, Sección causa General, caja 1557, ff. 754
  2. Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Caja 11043, Exp. 2416

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