1. Introducción
Cuando se me encomendó presentar esta Comunicación se me dijo que lo hiciera desde mi experiencia pastoral en el campo de la Familia Vicenciana. Lo voy a intentar. Quiero empezar afirmando que considero una gracia muy grande el haber podido trabajar como Consiliario o Asesor o simplemente como Paúl en las distintas ramas de la Familia Vicenciana, a lo largo de mi vida.
En mi Comunicación voy a intentar exponer algunos puntos referentes a la formación de los laicos en general y, en particular, del laicado vicenciano. Para ello voy a utilizar los textos comunes de la Iglesia y los textos propios de la Congregación de la Misión y de la Familia Vicenciana.
2. Importancia de la formación a la luz de la doctrina de la Iglesia
En los últimos diez años la Iglesia ha dado una gran importancia a la formación, sobre todo, a partir del Sínodo de los Obispos sobre la vocación y misión de los laicos (1987). Recordemos algunos textos más significativos. «La formación no es un privilegio de algunos, sino un derecho y un deber de todos» (ChL, 63) «La formación de los laicos se ha de colocar entre las prioridades de la diócesis, y se ha de incluir en los programas de acción pastoral, de modo que todos los esfuerzos (de Sacerdotes, Laicos y Religiosos) concurran a este fin» (ChL, 57).
3. La formación de los laicos en las Constituciones de la C.M.
Conviene recordar y tomar conciencia del cambio constitucional que en este punto se ha dado. En la formulación del fin de la Congregación, al señalar los campos donde este fin se debe llevar a cabo, se ha dado un cambio considerable y significativo como es poner la formación de los laicos junto a la formación de los clérigos. Dice el texto: «Ayudan en su formación a clérigos y laicos y los llevan a una participación más plena en la evangelización de los pobres» (C. 1. 3). Y en otro lugar se dice: «Aplíquense a la promoción y preparación conveniente de los laicos, incluso para los ministerios pastorales necesarios en la comunidad cristiana. Enseñen finalmente a clérigos y laicos a trabajar en equipo y a ayudarse mutuamente en el proceso de formación de la comunidad cristiana» (C. 15).
4. La formación del laicado vicenciano en los Estatutos de la C.M.
No considero necesario recordar el compromiso histórico que tenemos con los movimientos laicales vicencianos, porque lo doy por conocido. En los Estatutos de la C .M. se dice: «Los Misioneros tendrán especial cuidado de las Asociaciones de laicos fundadas por san Vicente o que dimanan de su espíritu, pues como tales tienen derecho a que las asistamos y fomentemos. Si bien todos los Misioneros deben estar preparados para prestar dichos servicios, es necesario, sin embargo, que haya algunos más versados en este cometido. Procúrese que esta animación tenga una dimensión espiritual, eclesial, social y cívica» ( E. 7, 1-2-3).
Durante la apertura de la Asamblea General de 1986, el Superior General, en su exposición sobre el estado de la C.M., después de haber hablado sobre las Misiones y Formación del Clero, agregó: «Los movimientos laicos vicencianos siguen dirigiéndose a la Congregación para buscar ayuda y apoyo… Baste ahora hacer tres preguntas:
- ¿Hace lo bastante la Congregación, especialmente en sus parroquias, por fomentar Movimientos específicamente vicencianos?
- En sus Movimientos vicencianos, la Congregación ¿ avanza hacia la juventud o más bien se aparta de la misma?
- ¿No hemos adoptado demasiado apresuradamente nuevos Movimientos en la Iglesia y dedicado nuestras energías a ellos en vez de aceptar el reto de revitalizar Movimientos de inspiración vicenciana orientados hacia la evangelización de los pobres?» (Cfr. C 1 y E 7).
Estas palabras del Superior General siguen siendo una interpelación para los miembros de la CM.
5. Necesidad de la formación
Siempre se ha visto en la Iglesia la necesidad de una formación básica y organizada, porque el cristiano debe ser luz del mundo, sal de la tierra, fermento en la masa, etc. Por eso Jesucristo dedicó mucho tiempo a la formación de los Apóstoles y san Vicente de Paúl se reunía periódicamente con los Misioneros, con las Hijas de la Caridad y con las Voluntarias. Algo parecido podemos afirmar del reciente Beato, Federico Ozanam, Profesor de la Sorbona y Maestro de vida espiritual a través de sus conferencias y escritos, sobre todo sus cartas.
«El apostolado solamente puede conseguir su plena eficacia con una formación multiforme y completa» (AA., 28).
La necesidad de formación la expresan nuestros Obispos con las siguientes palabras: «La Iglesia en España se encuentra con numerosos católicos no practicantes y con muchos practicantes sin dinamismo evangelizador. Dicho de otro modo: Son muchos los bautizados insuficientemente evangelizados» (CLIM, 134 y 135).
«Esta preocupación se hace verdaderamente inquietante cuando constatamos la influencia de la crisis moral de la sociedad en los católicos, lo irrelevante de su presencia en la vida pública, el divorcio entre su fe y su vida, la falta de formación» (La verdad os hará libres, 30).
6. Medios de formación
El Papa Juan Pablo II ha dedicado todo el capítulo quinto de la Exhortación «Christifideles Laici» a este tema. En él se nos dice que la formación es obra de toda la vida y que debe hacerse a estos tres niveles: humano, cristiano y específico o propio. Inspirado en dicho capítulo sugiero los siguientes medios de formación:
a) Las pequeñas Comunidades eclesiales o grupos de base pueden ser una notable ayuda en la formación de los cristianos. De ahí la importancia que tienen las reuniones periódicas de cada Asociación, en las que conviene que haya tres partes: la espiritual, la formativa y la informativa.
b) La formación de formadores o dirigentes poniendo cuanto antes en funcionamiento los cursos oportunos o escuelas para tal fin.
c) Una biblioteca en cada centro , en la que no debe faltar la Biblia, ni los Documentos principales de los Papas y de los Obispos españoles. Así mismo es recomendable la vida y escritos de san Vicente de Paúl, de santa Luisa de Marillac y del Beato Federico Ozanam. Ni que decir tiene que en cada biblioteca deben estar los Estatutos y libros propios de formación de cada Asociación.
d) La lectura personal o autoformación, es imprescindible.
e) La formación mediante la acción: El trato directo con los pobres, los enfermos es muy importante. «Los pobres nos evangelizan», dice san Vicente de Paúl.
7. Nueva era de los Movimientos y Asociaciones de apostolado seglar
La crisis que vivimos intensamente después del Concilio Vaticano II se va remontando lentamente. Los momentos actuales son de mayor serenidad y, por lo tanto, más apropiados para la reflexión y la revitalización de las Asociaciones. En la actualidad hay claros indicios de que en la Iglesia universal y en la Iglesia española se están dando pasos importantes y encaminados a impulsar, con renovado vigor, el apostolado seglar. La exhortación apostólica «Christifideles Laici» de Juan Pablo II (30-XII-1988), el Documento de la Conferencia episcopal española «Cristianos Laicos, Iglesia en el mundo» (CLIM) (18-23-XI-1991) y la «Guia-Marco de formación de Laicos», de la Comisión episcopal de Apostolado seglar (CEAS) (19-V-1996) son documentos que estimulan la formación e invitan a todos a trabajar en la viña del Señor. En esta hora histórica y ante la llegada inminente del tercer milenio «a nadie le es lícito permanecer ocioso» (Mt 20).
El futuro que esperamos no será espectacular, como pudo serlo en otros tiempos, tan distintos de los nuestros, sino sencillo y humilde, pero con la fuerza de la sal y del fermento, o como el grano de mostaza. Tengamos confianza en los grupos reducidos, pero bien formados y comprometidos para animar a los demás.
8. Renovación y actualización de las Asociaciones laicales vicencianas
Me da la impresión de que en los últimos lustros se ha realizado un esfuerzo notable por renovar y actualizar las Asociaciones laicales vicencianas. No, voy a hacer mención de todas las actividades que se han realizado y se realizan en la actualidad, porque muchas de ellas ya son conocidas y por la falta de tiempo. Nada más voy a exponer algunos ejemplos como «signos» de este deseo de renovación. Los datos que expongo a continuación están tomados, en parte, de la Conferencia que pronunció el P. José Maria Román en Santiago de Compostela, titulada «La Familia vicenciana, una renovación incesante».
a) Asociación de Caridad de San Vicente de Paúl
Empezaré por la más antigua de las Asociaciones: las Voluntarias de la Caridad. El primer signo de renovación fué el cambio de nombre de «Damas» por «Voluntarias». El nombre no hace la institución como el hábito no hace al monje, pero no cabe duda de que ilustra sobre lo que la institución piensa de sí misma, lo que quiere ser y se propone.
Más tarde el Superior General de la CM renunció al papel de dirección ejercido desde los orígenes y traspasó este poder a los seglares. Era un paso decidido por el camino de la autonomía de los seglares en la Iglesia. Como símbolo de la nueva era de la Asociación Internacional de Caridades (AIC) se trasladó el Secretariado de París a Bruselas. En 1977 se hizo una Declaración de principios que fue el inicio del Documento de base titulado «Contra las pobrezas actuar juntos».
En España acabamos de publicar un plan de formación titulado «Voluntariado social vicenciano», que contiene tres grandes bloques:
Voluntariado, Doctrina social y Vicencianismo.
b) Sociedad de San Vicente de Paúl
La Sociedad de San Vicente de Paúl tanto a nivel internacional como nacional ha puesto en marcha proyectos y programas de formación y renovación. En 1973 llevó a cabo una remodelación total del antiguo reglamento, que, tras un período de prueba de cerca de diez años, fué aprobado en la Asamblea General celebrada en Dublín. Entre los cambios dignos de destacar es la admisión de mujeres en la Sociedad, con lo que quedaba abierto el camino a la fusión de las ramas masculina y femenina de las Conferencias. Se dejaba al arbitrio de los diversos consejos nacionales realizar o no la fusión. Poco a poco ésta ha ido produciéndose en casi todos los países, entre ellos España.
En el pleno nacional celebrado en España el año 1988 se aprueba el «Plan general de revitalización» y se publica el libro «Seglares cara al siglo XXI», en el que se dan una serie de orientaciones y se marca el nuevo talante con que la Sociedad debe afrontar los retos de nuestro tiempo. Algunas de esas realizaciones, como el CEYFO (Centro de estudios y formación Ozanam) han probado ya la eficacia a lo largo de varios años de experiencia.
c) Juventudes Marianas Vicencianas (JMV)
La renovación experimentada por los Hijos e Hijas de María no ha sido menor. También aquí se empezó por el cambio de nombre. Tras un periodo intermedio de experimentación en que se ensayaron diversas denominaciones se asumió provisionalmente el titulo de EMAS (Equipos Marianos de Apostolado Seglar) y se adoptó después el de Juventudes Marianas Vicencianas.
El cambio de nombre supuso la supresión de la antigua distinción entre Hijos e Hijas de María para formar una sola Asociación a la que pueden pertenecer chicos y chicas.
Pero lo más importante ha sido el reforzamiento del compromiso caritativo-social de la Asociación. El haber introducido el adjetivo «vicenciano» obedece precisamente al deseo de subrayar ese compromiso.
Las numerosas publicaciones del Secretariado Nacional de J.M.V. sobre sus planes de formación para las diversas etapas con el titulo genérico de «Un proyecto de Catequesis juvenil en línea Catecumenal», juntamente con la Escuela de Catequistas y los Encuentros de Benagalbón, son signos claros del esfuerzo realizado por la renovación de dicha Asociación.
d) Asociación de la Medalla Milagrosa
También la Asociación de la Medalla Milagrosa ha emprendido animosamente el camino de su puesta al día. En España, sobre todo, la edición en 1986 de nuevos Estatutos ha abierto el cauce a una profunda renovación. De una parte, se han reforzado las estructuras jurídicas, y de otra, se ha potenciado la proyección apostólica y social de la Asociación. Se ha incrementado también la parte formativa con las «Catequesis de adultos» que han publicado. El Congreso nacional de la Asociación, celebrado en el Escorial, abril de 1994, con el título «Un nuevo rostro», representa una contribución de gran importancia para la renovación de las mentalidades y la difusión de las ideas fuerza que deben animar a los Asociados.
9. Conciencia de pertenencia a la Familia Vicenciana
Desde hace unos años estamos tomando conciencia de que formamos una Familia todos aquellos que, de una manera o de otra, tienen a san Vicente de Paúl como fundador o se han inspirado en él. Hay hechos que no son fáciles de explicar y éste es uno de ellos. El Superior General de la C.M. y de las Hijas de la Caridad, P. Maloney, nos está invitando con su palabra y con su ejemplo a la unión y colaboración entre las distintas ramas de la Familia Vicenciana, conservando la propia identidad.
El hecho de que la próxima Asamblea General de la C.M. tenga como tema principal» La Familia vicenciana en el mundo y los desafíos de la Misión en el tercer Milenio» es un motivo más de esperanza para la unión y colaboración en todos los campos y también en el de la formación.
Me ha llamado poderosamente la atención que, en la Exhortación postsinodal de Juan Pablo II, titulada «Vita consecrata» del 25 de marzo de 1996, hable de las posibilidades nuevas de colaboración y de influencia mutuas entre laicos y miembros de vida consagrada. Dice así: «Debido a las nuevas situaciones, no pocos Institutos han llegado a la convicción de que sus carismas pueden ser compartidos con los laicos. Estos son invitados a participar de manera más intensa en la espiritualidad y en la misión del Instituto mismo» (VC, 56).
10. Sugerencias para el futuro
Como fruto práctico de esta Comunicación me permito sugerir dos conclusiones, que tienen relación con el tema de la animación de la formación y, que fueron aprobadas en el primer Congreso de Laicos vicencianos, celebrado en Madrid el año 1988. Son las siguientes:
- Continuar la labor iniciada por la Comisión coordinadora de la Familia vicenciana en orden a proponer fórmulas que permitan la colaboración mutua en campos tales como la formación conjunta de los miembros, la elaboración de proyectos comunes, etc.
- Estudiar la posibilidad de publicar una revista, de alto nivel, que sea recibida por todos los miembros de todas las ramas de la Familia vicenciana, con artículos de fondo, información de realizaciones, planes propios de cada Asociación, acciones coordinadoras, etc.
Después de nueve años se constata que el deseo de crear la Comisión coordinadora de la Familia Vicenciana no ha prosperado. Ojalá que la semilla lanzada en dicho Congreso esté aun viva y dé fruto un día no lejano.
Conclusión
El potencial de la Familia Vicenciana es enorme. Somos cerca de dos millones, sin contar numerosas Comunidades de Hermanos(as) y Sacerdotes que comparten el mismo carisma vicenciano. Merece la pena que nos preguntemos: ¿Sabemos lo que todos unidos, coordinados, sin perder la identidad propia, podemos hacer para servir mejor a los pobres? Es un reto que tenemos todos los vicencianos y, en especial, los miembros de la C.M., que debemos animar espiritualmente y proporcionar una formación lo más completa posible a toda la Familia Vicenciana. Aprovechemos este tiempo de gracia y de esperanza.
Bibliografía
- Decreto sobre el apostolado seglar «Apostólicam actuositatem»(AA).
- Sínodo de los Obispos sobre la vocación y misión de los Laicos (1987).
- Christifideles Laici, Juan Pablo II, (1988).
- Cristianos Laicos, Iglesia en el mundo, (CLIM). Conferencia episcopal, (1991).
- Guía-Marco de formación de Laicos, CEAS, (1996).
- Renacimiento del Laicado vicenciano (1988).