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Roma1
6 de julio de 1814
Mi querido hermano,
Recibí ayer por la tarde tu hermosa carta con la letra de cambio adjunta, lo cual te agradezco. Por favor, transmite mi más profundo agradecimiento a nuestro padre. Ya di por sentado que el gobierno restaurado devolvería a nuestro padre a su antigua oficina, de la que el usurpador le había retirado2. Pero, para mi sorpresa y desagrado, supe de la oposición calumniosa e irritaciones que acaba de sufrir al ser reemplazado por un extranjero. Para mí este suceso no es más que una prueba añadida de la detestable perversidad del mundo en el que vivimos, una perversidad que hace que el mundo sea intolerable para mí a partir de ahora. Me hace gemir cada día, exclamando con el Salmista: Heu mihi quia incolatus meus prolungatus est! Habitavi cum habitantibus Cedar; multum incola fuit anima mea [«Ay de mí, que mi estancia se ha prolongado! He residido con los habitantes de Quedar; demasiado tiempo ha sido mi alma un residente»]3. Es tan grande el dolor que experimento en mi interior que creo que serán menos los días de mi peregrinación por la tierra. Mientras tanto, en medio de las dificultades actuales, tengo que resignarme a seguir mi camino hacia la vida venidera. No te sientas molesto por tal desgracia, ya que la Providencia sin duda te traerá un bien mayor por ello.
En este momento —creo— ya conocerás los contenidos de mi última carta a tu cuñado, que escribí hace unas semanas4 . Le di el consejo consolador de estar listo para partir hacia Roma, con el entendimiento de que él te acompañaría. Por un lado, te puedes imaginar mi gran placer de verte y abrazate de nuevo, pero, por otro, sé lo caro que es viajar aquí y regresar, e incluso el estar aquí. Así que verifica tus finanzas y haz lo que Dios te inspire hacer en esta materia. En nuestra casa hay norma de no recibir a laicos, sin importar quienes sean, a no ser para hacer el retiro5. Pero podría encontraros alojamiento en alguna casa privada limpia, en lugar de tener que permanecer en una posada durante mucho tiempo, ya que quien viene a Roma ha de permanecer durante un cierto periodo de tiempo para poder ver al menos los lugares más destacados. Lamento que, durante septiembre, voy a tener probablemente que estar lejos de Roma durante algún tiempo, debido a ciertas obligaciones que ya he aceptado, a no ser que mis cada vez mayores dolencias me lo impidan6. Durante los últimos cinco o seis meses, un problema estomacal me ha molestado, debilitando todo mi ser. He probado muchos medicamentos, que solo producen mejoras efímeras y pasajeras. Creo que Dios ya no quiere hacer nada más a través de mis obras, y quiere que sea rápidamente apartado del mundo. Te aseguro que, para mí, esto es algo más deseado que temido. Entiendo suficientemente bien la vanidad y el mal del mundo. No me hago ilusiones sobre esto, y no preveo el momento en que cese. Sin embargo, en todas las cosas, que se haga la voluntad de Dios.
No me cuentas nada sobre la salud de nuestro padre o la de los demás en casa. Supongo que esto significa que todos están bien, y me alegro por ello. Dale mis saludos a todos, como si les hubiese nombrado uno a uno; sabes a quienes me refiero. Continua ofreciendo a nuestro padre esos deberes filiales que no le puedo ofrecer en mi ausencia. Expresa mis mejores deseos a todos nuestros familiares y conocidos. Créeme, con toda sinceridad y cordial afecto fraterno hacia ti, que tengo el placer de llamarme
tu muy querido y afectuoso hermano,
Felix,
indigno sacerdote de la Congregación de la Misión
Dirección: Al muy ilustre Procurador Sr. Vincenzo De Andreis, Procurador, Cuneo para Demonte.
Matasellos: Roma.
- Carta 4. Carta autógrafa, en italiano, tres páginas con dirección, en los archivos provinciales de Turín, papeles De Andreis; copia en los archivos de la Curia General de Roma; colección De Andreis, Volumen XVI. Citada en Ricciardelli, Vita, 49-50,
- Napoleón Bonaparte.
- Sal 120: 5-6 Biblia de Jerusalén: «¡Qué desgracia para mí vivir en Mések, morar en las tiendas de Quedar! Harto ha vivido ya mi alma (con los que odian la paz)».
- Filippo Giriodi, C.M. La carta en cuestión no se ha conservado.
- Los retiros para laicos eran una parte de la misión de la casa.
- Se carece registro de las misiones que podría haber predicado durante septiembre de 1814. En consecuencia, es probable que tuviera otras obligaciones, tales como retiros, conferencias a clérigos, o atender a feligreses de alguna parroquia local.