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P. Alfonso López Sagredo |
13-02-81 |
Zaragoza |
Anales 81, pg. 161 |
Desde su residencia en Olite, había acudido a Larraga para sus clases de música. Se sintió mal. Acudió al médico, que le ordenó internarse en Pamplona. Murió en la entrada misma de la clínica de San Miguel. El P. Martín Burguete nos envía esta pequeña nota biográfica:
«Celebremos la memoria de los hermanos. Esta sencilla consigna me ha persuadido a presentar algunos rasgos de la vida del P. AIfonso López Sagredo.
Nació cerca de Burgos, en una hospedería conventual. Su padre era el mesonero del convento. El P. Alfonso relataba frecuentemente acontecimientos sobre la vida de su familia y vicisitudes históricas del convento. Actualmente sus hermanos tienen una posición muy holgada.
Antes de ordenarse sacerdote estuvo destinado en Marín. Le gustaba recordar anécdotas de los colegiales y profesores. En el colegio se encontraba bien y le costó separarse de su primera casa.
Veinte años más o menos permaneció en Pamplona, con los más diversos oficios: vigilancia de los niños, profesor, director de música…
En las clases era severo y exigente. Los chicos comentaban comúnmente este aspecto de su personalidad. Su preparación y dedicación eran buenas; su conocimiento musical y capacidad estética eran excelentes.
Siempre aspiró a formar y dirigir un coro. Esta ilusión fue una constante en su vida v la causa de grandes satisfacciones –y amarguras.
Hace unos años se crearon dos comunidades en la casa de Pamplona. Al P. Sagredo le correspondió la comunidad destinada al culto de la iglesia, ayuda pastoral a las Hermanas, etc. Desde el comienzo de esta etapa mantuvo el deseo de componer algunos cánticos para las celebraciones litúrgicas. Pulía y revisaba continuamente todas sus composiciones. Es lamentable que no llegara a publicar: los entendidos no tendrán la oportunidad de juzgar su inspiración musical.
Su trabajo pastoral era sencillo: aconsejar y exhortar. Para realizar este cometido prefería la conversación amistosa. La homilía, la predicación o charla pública, le resultaban dificultosas. Su cátedra preferida fue siempre el confesonario. La preocupación por redactar y pronunciar correctamente la homilía dominical ocupaba en los primeros años de su sacerdocio parte de su tiempo. Personalmente era reservado; poseía, sin embargo, agudeza e intuición para adivinar y definir a su interlocutor.
Hace aproximadamente año y medio que residía en Olite. Su estancia un esta ciudad navarra obedecía a motivos particulares. Obviamente había solicitado los permisos correspondientes para residir temporalmente fuera de la comunidad. En este período último de su vida se ocupó de las tareas que más le atraían: labor pastoral y docente. Impartía su ciencia y experiencia sobre música en Tafalla, Olite y Larraga.
La muerte le sobrevino repentinamente, mientras cumplía los expedientes burocráticos para ingresar la clínica de San Miguel.
La celebración eucarística por el eterno descanso del P. Alfonso fue concurrida v emotiva».
P. Martín Burguete