“La caridad es el centro que une a la comunidad con Dios y con los demás.” (SVdeP)
El texto de Marcos corresponde a una segunda parte de su Evangelio que describe los grupos que acompañan a Jesús o se relacionan con Él. La muchedumbre, los parientes, los escribas, los enfermos -endemoniados- y finalmente sus coterráneos o paisanos.
Cada grupo tiene una actitud particular que depende de la fe y de la posición que toma frente a ese extraño y novedoso profeta. Al final, se puede ser discípulo suyo o quedarse por fuera. Hoy contrasta la actitud de sus paisanos con la fascinación que tienen las muchedumbres frente a las palabras “que salen de su boca” y los signos o milagros que hace Jesús.
De todas formas, el Maestro Jesús logra que sus paisanos lo interroguen. Y, el Evangelio de Marcos es, en definitiva, la respuesta a esa pregunta, sobre “¿quién es Jesús?”. Pero los paisanos del “carpintero” se quedaron en las formas exteriores, en lo tradicional, en lo cotidiano; no fueron capaces de trascender y llegar hasta el corazón de las palabras y de los hechos de Jesús, y se perdieron la oportunidad de conocer a fondo la propuesta novedosa del Reino. Se quedaron sin conocer a Jesús, al que tenían tan cerca.
Resaltando la actitud de los paisanos, incrédula, sarcástica y grosera, detengámonos en la respuesta de Jesús: “A un profeta sólo lo desprecian en su patria, entre sus parientes y en su casa”. Y señalemos algunas características del profeta, que nos sirvan de reflexión personal y comunitaria en este Día del Señor.
En la misión del Profeta hay drama y desconcierto, incomprensión y persecución. También hay cercanía con Dios y los hermanos; está el gozo que dan la oración y la familiaridad con la Palabra. Y todo esto, lo ratifica la vida del mismo Jesús.
Es vista del rechazo de sus vecinos, Jesús, el Profeta, se va a cumplir su misión a otra parte, a decir su palabra a otro auditorio que sí lo quiera escuchar; a enriquecer a otros que sean capaces de vivir su propuesta. La dinámica del Reino de Dios, continúa.
La Primera Lectura y el Evangelio se complementan en el tema de la terquedad y rebeldía del pueblo; Nazaret es simplemente la copia en pequeño de todo Israel, donde la voz de los profetas es acallada, ignorada o criticada, igual aquí que allá.
En nuestro contexto sociocultural, existen muchos obstáculos para que el Reino de Dios se instaure en medio de nosotros. Obstáculos promovidos por los centros de poder injusto y abusivo; los ambientes intolerantes y autosuficientes; los medios de comunicación social que orquestan las estructuras sociales y el tipo de cultura que a sus dueños les convienen, y los que pretenden edificar la vida, prescindiendo del Evangelio. Incluso, nosotros mismos, sin darnos cuenta, podemos ser o somos obstáculo a los cambios que propició el Maestro Jesús, sobre todo cuando no somos testigos fieles del Evangelio que profesamos o decimos profesar desde el día de nuestro bautismo, no hacemos congruente nuestro actuar en la vida con la Fe. Pero aún más grave es, cuando desconocemos y aislamos a personas que nos resultan incómodas porque su palabra o su vida nos cuestionan profundamente en nuestra coherencia de vida.
“¿Cómo buscar el reino de Dios y su justicia, si estamos atados?… ¿Cómo hacer la voluntad divina, que es una de nuestras reglas, si seguimos la nuestra en las cosas que le disgustan?” (SVdeP).